martes, 25 de octubre de 2016

Adiós a las Redes Sociales

Prácticamente este blog inició con una apología a las redes sociales, defendiéndolas como tecnología  y recomendando que un uso adecuado de las mismas era más beneficioso que no tenerlas. Myspace, Hi5 y FaceBook, lograron, una de ellas más vigente que las otras, formar una extensa tarjeta multimedia de presentación, es decir, armar un periódico mural virtual y un chismógrafo fortalecido, satisfactor al mismo tiempo de impulsos voyeuristas y desahogo de rasgos exhibicionistas.

Las redes sociales representadas por estas tres ejemplos (Twitter y WhatsApp tendrán tratamiento aparte)  cumplieron suficiente y hasta sobradamente con su tarea, generado un gran número de divorcios y provocando una cantidad inmensa de adictos, pasando de un vivir para compartir a un compartir para vivir (frase que debería enmarcarse como post “no postees para vivir sino vive para postear”). Las redes sociales lograron incluir sus nombres y terminología en el diccionario de la Real Academia de Española de la Lengua, lo que quiere decir que los neologismos o anglicismos ampliamente utilizados, a la postre forman parte del lenguaje formal.

En el libro setentero llamado el Shock del futuro de Alvin Toffler, que vaticinaba, no las redes sociales en dispositivos conectados a una red mundial, pero sí un abrumador impacto de las nuevas tecnologías en el hombre de la calle (es decir, el ciudadano común y corriente), habla de que los comercios pasarían de vender objetos, aparatos o bienes, a vender experiencias. Por ejemplo, ya las aerolíneas no estarían limitadas a vender un traslado en avión, sino a armar un combo de viaje, transporte, terrestre, hospedaje, alimentación, entretenimiento y  regreso igual, para nosotros este ejemplo ya es pasado, basta consultar cualquier paquete de viaje todo incluido y se está adquiriendo una experiencia, una vivencia en lugar de un servicio o bien. Pero Alvin Toffler lo lanzaba al futuro cuando no estaba disponible en su  totalidad. Trasladando la idea al boom de las redes sociales, resulta que ya no es suficiente un muro o biografía donde uno anota un momento cumbre para compartir, sino que se extiende a registrar casi automáticamente, la localización geográfica, revisión del sitio visitado, sea de alimentos, de paseo, cultural o de hospitalización, fúnebre o turístico, no importa, lo que se busca es la normalización de la ubicación y supuestas sugerencias y comentarios del sitio.

De manera paralela, hemos pasado de compartir una fotografía y un breve texto al pie a compartir, audios, videos, videos 360°, y hasta inventar un nuevo código para expresión de emociones mediante íconos o dibujitos, llamados precisamente emoticones, los más conocidos y limitantes, caritas sonrientes y pulgar arriba que expresan aprobación. Se ponen cientos de emoticones, pero siguen siendo insuficientes para demostrar todas las emociones humanas. Y es por este tipo de limitaciones que se empiezan a dar rompimientos: en una sociedad que se precia de libertad de expresión, resulta que dicha libertad se reduce a un “like” o “share”, aprobar y compartir, tan faltos de significado que se ha encontrado que los usuarios gustan y comparten sin consultar el contenido, en un automatismo que sin contenido, también es falto de significado. Pasamos de ignorar el contenido a admirar la envoltura, y esto podría ser la victoria de los publicistas, lograr vender a partir de una primera impresión, pero que conduce en picada a la frustración. La libertad de expresión se ha vuelto tan superficial, que algunos usuarios de redes consideran que su lucha por expresarse tiene que ver con quejarse del servicio recibido en un café o tardanza en una fila para un evento y muchas veces, quejarse del tránsito vehicular. Esto es similar a pagar 10 veces el valor de un café sólo porque quien te atiende, lo pone en un vaso desechable decorado y anota tu nombre, es la paradoja de la personalización como signo de uniformidad.

Aceptamos sin leer las condiciones de uso de las redes, porque supuesta mente son gratuitas. Cuando el costo es más valioso que monetario, pues se trata de nuestro tiempo, de nuestras preferencias, de otorgar pistas para elaborar patrones de comportamiento y principalmente de consumo, evaluar productos y servicios, así como compartir lo que se nos pide compartir, subirse al tren de las tendencias y nadar de muertito sobre los flujos de información y opinión que a otros interesan.

La evolución que presentan las redes sociales apunta hacia la personalización a los servicios integrados, a tener como un  llave nuestro perfil para recibir notificaciones específicas de ofertas de productos y servicios, queriendo conocer cada vez más los hábitos y las facetas de los consumidores, es similar a que si antes presentábamos una cara, porque la tecnología nos permitía sólo eso, manejarnos con un solo “nickname”, ahora que mostramos más caras (tómese la similitud con un cubo), todas deben ser conocidas y dominadas por la red social, el reto es que si la red social domina cubos, uno no se quede ahí y seamos un dodecaedro al menos. En mi caso, cada vez que aparece una tendencia tecnológica integradora, trato de mantener un pie afuera: si una marca comercial en particular, me ofrece la red social, más el espacio de almacenamiento en la nube, más compras, más sugerencias, de libros, más sugerencias de películas, más sugerencias de noticias, más las de música, etcétera. Lo que busco es no dejar que todas la preferencias  las maneje una sola compañía, sino que la música no tenga que ver con las películas ni los viajes, con los mismos socios que sugieren la ropa o el esparcimiento, sé que a muchas personas les gusta oprimir un botón y que un “concierge” virtual, se anticipe a todas sus peticiones, pero yo prefiero tener más opciones y un perfil menos restringido. No deberíamos conformarnos con tener todos la misma definición de Wikipedia ni los mismos resultados de búsqueda de google o de bing, que en el mejor de los casos te advierten que las búsquedas son patrocinadas y hasta manipuladas.

Las redes tenderán a reducir su número de usuarios cuando éstos sean capaces entender que eran usuarios y pasaron a ser usados por las mismas. Cuando la uniformidad y alienación dejen de ser considerados valores máximos y haya cierta inquietud por libertad de conocimiento, de elección y éstas no necesariamente sean patrocinadas, estaremos viviendo para compartir un poco y no viviendo un poco sólo para compartir.

Para el futuro de las redes quedan dos caminos: el de la sofisticación tecnológica y el de comunicaciones más humanas, sin que esto último sea retrógrado, en ambos escenarios convergen tanto innovaciones tecnológicas como interacción, preferencia y facilidad de uso por parte de los usuarios.

En el primer escenario serán desplazados los teléfonos móviles, las tabletas, los relojes y anillos inteligentes por un dispositivo que economizará tanto en su arquitectura como en recursos y cosmética, probablemente de distribución gratuita, este dispositivo, que seguramente iniciará con la letra “i” de inteligente, tendrá un tamaño intermedio entre un teléfono móvil y un llavero o pulsera, de manera muy simple incluirá localización global y dos o tres botones, no requerirá una pantalla de alta resolución ni millones de colores, ya que economizará especialmente la energía que lo haga funcionar, hasta ser autosustentable, que ya sea por movimiento o por iluminación, se recargará continua e independientemente, los dos botones, serán tan sencillos como para responder si y no, regresando al origen binario del lenguaje de computadoras, permitirá enviar y recibir mensajes codificados con alta seguridad y bajo la tendencia de expresarse con íconos, no requiere un teclado sino un botón para recorrer los 10 o 16 íconos y otro para seleccionarlo, los fanáticos de dicho dispositivo manejarán con un solo dedo y sin quitarse la pulsera, la selección de íconos. Con ellos se podrá hacer una combinación de al menos 256 mensajes diferentes sin distraer ostentosamente la atención del usuario. Para mensajes especializados, complejos o que impliquen números y delicados términos técnicos se cambiará al modo de código Braille y ya con práctica no necesitarán dejar de hacer aquello en lo que se encuentren ocupados para recibir e interpretar el mensaje, incluso si desea ponerlo en papel, parecerá que está recibiendo dictado mediante impulsos sensoriales en la piel del antebrazo.

Primer Escenario


En el segundo escenario continuará la sofisticación de los comunicadores móviles, capaces de intercambiar imágenes, videos en 3D y podrán conectarse a dispositivos similares a las actuales impresoras 3D que reciben datos pueden generar un objeto, así sea la réplica de una llave, la composición de un aroma y hasta un sabor.  Aunque esto representa avances robustos en comunicaciones, rapidez de intercambio de datos y costosa reproducción (impresión) de objetos con colores, aromas, sabores y quién sabe, hasta fórmulas médicas. Permitirá nuevamente una interacción persona a persona, mediante desviación de imagen y sonido a pantallas disponibles o proyecciones en superficies reflejantes, esto no es retrógrado sino al contrario, la tecnología se especializa para reproducir la interacción personal aún a la distancia, esto permite un lenguaje coloquial, abierto, extenso, conversaciones, lenguaje corporal y facial, a diferencia del escenario anterior donde se busca automatizar y hacer pragmático e inequívoco todo intercambio de información.
En el primer escenario nadie necesita estar intercambiando fotografías del café que se va a tomar ni del arcoíris que apareció hace 10 minutos, tampoco chistes en tres viñetas ni imágenes de galaxias con mensajes motivadores y en el segundo escenario no se tienen que compartir como archivos si en la interacción será tan natural y en tiempo real que basta girar la cámara en caso de que no sea esférica para compartir escenas completas, experiencias compartidas al fin de cuentas. Desaparece entonces la necesidad que dio origen a las redes sociales que en ese momento estaremos diciéndoles –adiós-.



Segundo Escenario
Imagen tomada de https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiXDZqTGTDR7d8PvDaxho-rNUE_XRteoboQWsYrqkpUkaxB978wbw1HNapgNXvceU2oKjmU_8ozA_MYZ8uRTw1QueYFVTYYvkWYAMar9WMvp3J_jH8geYBzH1SfFAw5fVkk9xkfM6Q2aQw/s1600/a-meta-agora-sao-os-hologramas.jpgbb.jpg

P.D. Siempre que releo a Alvin Toffler, me produce cierta nostalgia por las expectativas que en el pasado teníamos sobre el futuro, creo que no pasarán más de cinco años para
que sienta lo mismo por este texto.



martes, 11 de octubre de 2016

TIEMPO

Tanto intenté emocionarme por ocio

Traté inclusive mover pilares ocultos

Tanteando incluir muchos propósitos oníricos

Tuve incipientes encuentros muy productivos, óptimos.

Todo inocentemente entendible minimizado por obvio.

Troté incontables, extensos mundos perdidos ocasionalmente.

Ternura, imaginación, entendimiento, misericordia palabras, opiniones

Todo intensamente elocuente, motivante, poderosamente orientador

Tiempo, inconmensurable, extenso, máximo profesor optativo.

Tu iniciaste esta milagrosa, proeza optimista

Trataré incansablemente, excepcionalmente movilizarme perseverar obligadamente

Tener iniciativa extraordinaria, motivación, parsimonia ostentosa

Tomar indeclinablemente excelentes misiones progresistas, osadas

Tender indiscutiblemente entusiasmado mis propias opciones

Temer irremediablemente esa muerte paciente orgullosa


Triunfar, insistir eternamente; manipulando previamente olvidos.


 Imagen tomada de https://starviewer.files.wordpress.com/2013/10/entangledtime_620x413.jpg

 

jueves, 6 de octubre de 2016

Medianía y Ocre

Hay un día en que los señalamientos se terminan, el camino que muchos han recorrido se termina. Las canciones que todos cantan, han dejado de emocionar, un día en que lo novedoso pasó a ser tedioso, la tecnología de punta cambia su apellido a obsoleta, la posición usual para leer u otro placer, aburre. Los libros dejan de ser atractivos para releerse, los postres empalagan y las bebidas favoritas ya no calman la sed.




Hay un día en que las voces de los amigos de siempre ya no alcanzan para reconfortar. Que las miradas sin ser vacías, ya no son ilimitadas. Que los consejos se vuelven tan predecibles, que la cortesía ya no es suficiente para agradecer su vacuidad. El sol ya no activa tus sentidos como cuando lo buscas en invierno, ni el frío logra estremecerte o la llovizna mojar lo suficiente. Hay un día que tu platillo favorito se va poniendo desabrido y que el pasatiempo más divertido se convierte en pérdida de tiempo. 




Los desafíos más retadores, no representan esfuerzo y las cumbres anheladas dejan de ser interesantes. Es el día en que haber escalado, en lugar de hacerte sentir triunfante, te enseñó que hay estrellas y te sientes aún más pequeño que al inicio. Hay un día en que la inmunidad y la asepsia no garantizan la vida. Así como el orden y la disciplina, no aportan valor ni soluciones. Hay un día que si los zapatos no traen polvo y el odómetro sigue en ceros, haber cuidado el valor de reventa ya no es un valor. Hay un día que la burbuja aislante, el paraguas y cubre bocas, guantes y demás protecciones de látex ya no cubren, ya no aíslan, aislarse no ayuda. 



Hay un día en que el puente se mueve casi para caerse, pero lo más seguro no es volver. Puedes lanzarte de la plataforma de clavados y arrepentirte por recibir el golpe, pero si regresas por las escaleras, te arrepentirás de no haber saltado. Hay un día en que la indecisión se enquista y mata.

Hay un día en que volteas a ver tu equipaje y en realidad la etiqueta dice lastre. Hay un día que toda esa zona de calidez y acojinamiento, de ligereza y media luz, medianía y tonos ocre, de productos light y acomodo alfabético de raíces irreales y de lazos endebles, de cosmética y protección ultravioleta, llamada zona de confort, se desvanece, se diluye, se opaca, se muestra tal cual, castillo de cristal en mil pedazos que no te dejó crecer, compartirte, comprometerte, desarrollar talentos y capacidades. Hay un día que te tiras al piso a recoger y tratar de unir los fragmentos o desplegar las alas que ignorabas que tenías.