viernes, 6 de octubre de 2017

Resiliencia

En los dos textos anteriores uno sobre Primeros Auxilios Psicológicos y Autocuidado de rescatistas el otro, se menciona casi indirectamente el término resiliencia, en particular en las estrategias para potenciarla, así que vale la pena detenerse en su definición.

Resiliencia es un término de la física que se refiere a la capacidad que tienen algunos materiales para mantener su forma luego de sufrir presión. En Psicología se retoma como la capacidad de recuperarse sin secuelas de un incidente crítico. Se le identifica como un logro de adaptación positiva, como el afrontamiento de actividades de desarrollo a pesar de experiencias que son circunstancias de riesgo. Las actividades de desarrollo o patrón evolutivo son aquellas eventos que pueden ser trauma o dolorosos pero que son parte de la vida, es decir, cambios o pérdidas que son parte de la vida.

El ciclo de la vida (retomado por la Psicología pero esta vez de la Biología, como reproducirse y dar vida a otro ser), provoca crisis evolutivas, éstas son esperables en las personas, como pasar la adolescencia, quedarse sólo cuando los hijos se van. Junto a las crisis evolutivas, se enfrentan también las crisis normativas, aquellas que no son esperadas como desahucio o desempleo. El riesgo es que las crisis en general pueden estacar a las personas o potenciar sus capacidades para superarlas.

La resiliencia tiene como pilares principales la capacidad de establecer relaciones sanas con los demás, los lazos de apego seguros, la confianza, inteligencia, autoestima y autorregulación emocional. Sus componentes básicos son calidez afectiva y apoyo, control y disciplina. Por el contrario, elementos que la perjudican son el maltrato físico, negligencia y abuso sexual en la infancia o adolescencia. La etapa adulta facilita la resiliencia debido a la autonomía obtenida por la persona.

La resiliencia se convierte pues, en los escudos protectores contra daños y riesgos, transformándolos en factores de superación.

Existen factores protectores y factores que inhiben la resiliencia, como ejemplos de factores protectores, se encuentran en Bebés: horarios para comidas y para dormir, en niños: buen desempeño social, escolar y capacidad de logro. A nivel familiar, factores como: tener menos de cuatro hijos, lazo familiares estrechos, existencia de reglas explícitas, control parental y colaboración en tareas domésticas. En el nivel contextual: relaciones positivas con amigos, vecinos, profesores y todas aquellas que aportan soporte emocional. Está demostrado que coadyuvan la práctica de deporte, dormir bien, llevar una dieta equilibrada y sentirse bien con uno mismo.






Los factores que inhiben la resiliencia son: coexistencia de baja autoestima, impulsividad, falta de capacidad para el logro, actitudes pasivas. A nivel familiar: enfermedades y maltrato infantil, en el entorno, la desfavorecen los vecindarios marginados y con violencia, falta de espacios para el esparcimiento, ocio, consumo de alcohol, o drogas, retraimiento social, rumiación de ideas.

Para fomentar la resiliencia, primero se debe aceptar que todos podemos serlo, mediante una actitud positiva al afrontar un problema a partir de la fórmula yo tengo, yo soy, yo puedo.

Yo tengo (por ejemplo apoyos externos): una familia que me quiere, amigos que me apoyan.
Yo soy (fuerza interior): Tranquilo, agradable, responsable de mis actos, seguro.
Yo puedo (capacidades interpersonales y resolución de conflictos): hacer una tarea  y terminarla, expresar sentimientos y pensamientos, generar nuevas ideas, controlar mis impulsos, pedir ayuda cuando la necesito.




Imagen tomada de https://changingwinds.files.wordpress.com/2016/07/nuture-1.jpg

De esta forma podemos resumir que la resiliencia es una capacidad que todos podemos desarrollar y promover mediante hábitos personales, familiares y cuidando entornos sociales, primero para prevenir la adaptación a las crisis evolutivas y estar preparados para superar las crisis normativas y eventos estresantes.

martes, 26 de septiembre de 2017

Auto cuidado en intervinientes de Primeros Auxilios Psicológicos


El interviniente que otorga Primeros Auxilios Psicológicos se enfrenta a diversos riesgos*:

1.- Contacto continuo con el dolor extremo de afectados directos e indirectos
2.- Aunque nos demos cuenta que ni los afectados ni nosotros mismos tenemos control, todos estamos expuestos, pero el contacto con evento crítico nos lo recuerda más frecuentemente.
3.- Aplicar los Primeros Auxilios Psicológicos nos confronta con las muertes inesperadas (nos hace pensar qué hubiera pasado si yo estuviera del lado de los atendidos), nos genera ansiedad y estrés.
4.- Aunque ayudemos a las personas, tenemos conciencia de que no todos los incidentes críticos  se reparan al 100%.
5.- En incidentes críticos relacionados con violencia física de unas personas sobre otras, puede afectar nuestra visión de la vida, es decir, toparnos con una realidad de terrorismo o crueldad inusual en el comportamiento esperado en los ciudadanos.

A la par de los riesgos, están las consecuencias:

1.- Visión de la vida con una perspectiva de que puede ser dura, violenta, injusta.

2.- Estar en contacto con personas que sufren, nos provoca sufrimiento también si bien la empatía es necesaria para ayuda a las personas a formular sus necesidades, se convierte en arma de doble filo, nos hace vulnerables, no nos permite tomar distancia suficiente.
Síndrome de desgaste por empatía: uno debe estar consciente de sus elementos para prevenir y cuidarse:
                1.- Experiencias traumáticas previas no resueltas (antes de dedicarse a otorgar Primeros Auxilios Psicológicos)
                2.- Estrés traumático secundario, desarrollado porque recogemos la exposición indirecta al dolor.
                3.- Cansancio y agotamiento, desgaste continuado por jornadas excesivas.
Signos de alerta:
                Físicos: fatiga, dolores musculares, gastrointestinales, insomnio.
                Psicológicos: Irritabilidad, mal humor, agresividad, ansiedad, frustración.
Desempeño de tareas: dificultades para la concentración, procrastinación, ausentismo.
Aislamiento: mostrar menos comunicación, dificultades para comunicación fluida.

Tres acciones para prevenir el Síndrome de desgaste por empatía
1.- Rutinas diarias, como hábitos cotidianos, no necesariamente durante el incidente:
Para potenciar la resiliencia:
Planear el día con tiempos de descanso y desconexión.
Mantener contactos sociales (amigos, familia, vecinos)
Deporte: preferentemente practicarlo al aire libre
Entretenimiento: mantener actividades lúdicas
Contacto con la naturaleza: se ha comprobado que es altamente curativo, genera endorfinas.
Técnicas de relajación y meditación para reducir el estrés y evitar anticipar trabajos
Tener un hobbie (diferente de entretenimiento) un hobbie es una actividad de ocio en la que se profundiza y genera placer.
Estar durante el día al menos 30 minutos al sol, esto ayuda a mantener la salud mental.

2.- Prácticas de autocuidado Post-incidente.
- Ventilación: Es necesario contar y compartir lo que se ha hecho, pero existe el riesgo de contarlo con la familia, entender que ésta no está preparada, así que se debe preguntar si quieren escucharlo o no y los detalles se comparten con quienes participaron en la aplicación de Primeros Auxilios Psicológicos durante el incidente.
-Descompresión: Fase de transición de la crisis a la vida normal, se desarrolla con ciertos rituales que nos anclan a la realidad cotidiana, poner la lavadora, podar el jardín, cepillar al perro, cocinar, etcétera, estas actividades conectan con la normalidad de la vida.
3.- Técnicas grupales de recuperación.
Las técnicas grupales deben abordar la recuperación en equipo y con un facilitador entrenado, recordemos que los Primeros Auxilios Psicológicos se otorgan de forma coordinada con un líder de grupo y éste deberá llevar la estrategia autocuidado y cierre de las actividades.
( para mayor información, consulte el lector interesado las técnicas de debriefing y defusing ).

Ver el dolor de los demás y trabajarlo hace que subordinemos nuestras necesidades, pero debemos tener conciencia de que la energía no es infinita, de no cuidarnos, se pierde una persona importante y preparada.

Imagen tomada de Facebook

Cuídese y déjese cuidar por su equipo y por su coordinador.


 *Texto Basado en el Curso Primeros Auxilios Psicológicos de la Universidad Autónoma de Barcelona.


miércoles, 20 de septiembre de 2017

Primeros Auxilios Psicológicos en caso de sismo

El objetivo de los Primeros Auxilios Psicológicos  es dar apoyo inmediato a la población afectada, para disminuir el impacto del incidente crítico, facilitar la identificación de sus capacidades para hacer frente y encauzar el regreso a la vida normal, contando con esta experiencia para aumentar su seguridad y conocimiento para el futuro.

En niños de 3 a 9 años, lo recomendable es lo siguiente:

Contener, evitar que sigan en llanto o que se salga de control manifestaciones mayores de estrés y ansiedad
Calmar: Permitir que hagan algo que los distraiga, como dibujar, jugar, acercarlo en lo posible a sus juguetes
Informar: cuando su edad ya es mayor a 9 -12 años, se le debe informar lo sucedido con el fin de que no saque conclusiones erróneas, ni asigne culpabilidades.
Normalizar, que no se sientan los únicos que están afectados o que sólo ellos tienen temor, explicar que los adultos también se han afectado aunque no lo demuestren igual.
Consolar, tendrá que aceptar paulatinamente su pérdida, pero debe sentirse seguro y protegido por los adultos que en su vida son significantes como padres, tíos abuelos.

Imagen tomada de http://endimages.s3.amazonaws.com/cache/61/2a/612af45da6c370b2889013dc9744a9d8.jpg

El objetivo de los Primeros Auxilios Psicológicos  es evitar que el Trastorno por Estrés Agudo (que se da por enfrentar un evento crítico, como por ejemplo un sismo, que es de gravedad importante, pero remite en pocas horas) no se convierta en Trastorno por Estrés Postraumático (grave, de respuesta a un evento excepcional, no remite sin ayuda profesional y los síntomas duran más de un mes, requiere ayuda profesional)

En adolescentes se recomienda:

– Entender que ya previamente pueden estar presentando confrontaciones con los adultos, viven a su modo la incertidumbre y estrés, mismo que se suma al que ya traían naturalmente por los cambios que se llevan a cabo a su edad.

–Ayuda mucho dejarlo con sus similares, que se desahoguen y apoyen con los amigos y compañeros de su edad.

–Invitarlos a participar en las tareas de apoyo a los demás, se debe cuidar especialmente que no inicien o se incrementen los consumos de alcohol o drogas (esto igual que con los adultos).

Los adultos deben ser escuchados sobre sus inquietudes y resolver todas las dudas para evitar rumores y que no se genere pánico, darles la explicación de los recursos con que se cuenta, (los albergues, los centros de información, líneas telefónicas, portales informativos, apoyos por las autoridades), explicarles que el susto, el impacto es normal que les dure unos tres días, pero que todo tenderá a normalizarse y que ellos mismos propiciarán el regreso de su vida a la normalidad

Las reacciones normales que pueden presentar los adultos pueden darse en varios campos:

–(cognitivos) aquellos que les hacen dudar de su memoria, de lo que conocen, de la noción del tiempo.
–(físicos), mareos, náuseas, agotamiento, baja energía, temblores, dolor de cabeza, espasmo muscular.
–(conductuales) agresividad, mecerse mucho, gritar, tirarse al suelo, golpearse.
–(emocionales) reacciones de angustia, crisis de ansiedad, miedo, pánico, embotamiento.

Debe tenerse presente que si estos síntomas duran más de cuatro semanas deben consultarse con especialistas para poder superar el incidente crítico.

Los adultos a partir de sus propias capacidades, se deberán integrar a las labores de ayuda y superar el incidente, ya sea apoyando en la distribución de agua potable, víveres, ropa, organizando los espacios para pernoctar, invitándolos a cuidarse, no dejar pasar las horas de comida y tratar de dormir las horas que su cuerpo pida, en caso de que el nerviosismo no los deje dormir, invitarlos a descansar y mantener su higiene personal, todo abona para la salud.

Finalmente debe evitarse que el incidente deje secuelas, habiendo aceptado que todos presentan síntomas o molestias por el incidente vivido, que se sientan seguros y protegidos por los primeros tres días y tiempo después por los apoyos menos cercanos, como folletos, teléfonos de ayuda, líneas de ayuda psicológica, grupo coordinador de apoyos en el albergue y buscar ayuda si pasadas las cuatro semanas, siguen hablando todo el tiempo del incidente, se les repiten en el pensamiento las escenas del sismo, tienen dificultad para conciliar el sueño.
Proponerles que ellos son parte importante de la reconstrucción no solo de sus casas y comunidad, sino de regresar a la vida normal y alcanzar una superación al poder capitalizar la tragedia para estar prevenidos, capacitados para eventos similares, aprender estrategias mínimas de rescate y valorar la maduración y aprendizajes obtenidos para entender que los eventos críticos como desastres naturales suceden, pero la vida continúa.

Con base en el curso Primeros Auxilios Psicológicos de la Universidad Autónoma de Barcelona.

lunes, 4 de septiembre de 2017

Clásicas de elevador

Ahí iba yo todas las tardes, me habían contratado para hacer el procesamiento estadístico en una oficina del  Gobierno, hoy ya no es confidencial, los resultados ya los he publicado antes en este mismo blog (http://jesusorduna.blogspot.mx/2012/02/estadisticas-penitenciarias-en-mexico.html), por las mañanas estudiaba y en las tardes, me tocaba estar encerrado en esas oficinas casi vacías, nunca conocí cómo era por las mañanas, pero me decían que todo un mercado, pasaban a venderles almuerzo, golosinas, artesanías, carteras, cinturones, bisutería y ventas por catálogo de todo tipo, se escuchaba música de dos o tres radios y un murmullo tan denso que para llamar por teléfono, se tapaban con el dedo índice y con mucha presión el otro oído. Pero a mí me tocaba ir por las tardes, no éramos ni ocho personas en todo el séptimo piso, conocido como el de informática, aunado a que yo tenía acceso a una macro computadora donde se corrían los pesados análisis estadísticos y no se permitía el paso a más personas en ese cubículo.

Así que yo llevaba mi Walkman Sony sport, de color amarillo y ponía con unas pequeñas bocinas algún cassette que yo mismo había grabado, vacié ahí el disco compacto de música barroca de la colección 100 master pieces, the top 10 of classical music 1894-1928, así que dividía mi trabajo en los estados de la república y las estadísticas que podría correr durante esa tarde y a manera que avanzaba el trabajo, el cassette de música pasaba por Strauss: Also Sprach Zarathustra, Adaggieto de Mahler, Filandia de Sibeluis, luego daba un salto en el cambio del pitch a Flight of the bumble bee de Rimsky-Korsakov, que al terminar bajaba nuevamente a la tranquilidad de Thais – meditation de Massenet y coincidía mandar a imprimir en aquellas ruidosas impresoras de matriz de punto con Pomp and circumstance de Elgar, Valse triste de Sibelius y Vienna Blood nuevamente de Strauss, cupieron en aquella cinta Brandemburg Concerto y Air on the G string de Bach, terminaba con Bolero de Ravel y normalmente también los juego de impresión y las gráficas que se imprimían a color, tardaban todo lo que duraba esta última melodía, su “in crescendo” iba al compás del trabajo terminado. No es que yo fuera gran conocedor de la música clásica, sólo que esa selección me hacía buena compañía y daba parsimonia a la jornada de trabajo, me facilitaba la concentración y aislamiento necesario cuando dar un comando equivocado en aquella computadora de dimensiones mayores a las de una computadora personal, podría retrasarse varios minutos para interrumpir el procesamiento del sistema de análisis estadísticos, o peor aún, tener que imprimir de nuevo varias hojas continuas en la impresora de matriz o la impresora inyección de tinta a color, esta última es la que más tardaba. Tampoco es que fuera yo antisocial, pero era necesario ese lapso de soledad de ese séptimo piso.

Imagen tomada de https://victorlopezjaramillo.files.wordpress.com/2010/10/1-sony-walkman-460-100-460-70.jpg



                                                                                                Imagen tomada de https://www.picclickimg.com/d/w1600/pict/263054925665_/10-CD-Set-100-Masterpieces-Classical-Music-1685-1928.jpg


Un aislamiento, con música clásica y puerta entreabierta no es una barrera impasable, así que empecé a recibir una cordial visita en aquellas tares, no recuerdo su nombre, así que la nombraré como Mayra, eran los primeros años de la década de los 90, el nombre queda apropiado, ella del noveno piso, frecuentemente tenía que entregar correspondencia al quinto piso, pero el elevador se detenía siempre en el séptimo y era razón suficiente para pasar a saludarme, la secretaria que nos apoyaba en el séptimo piso, muchas veces me comentaba, - Oye Mayra me preguntó por ti, me dijo que te manda saludos,  -Mayra te buscó en la mañana pero le dije que sólo vienes por las tardes. –Mayra te dejó una rebanada de pastel porque le celebraron su cumpleaños en la mañana, dice que en la tarde viene por su abrazo. Y la verdad es que me caía bien Mayra, alta de pelo largo y muy rizado, originaria de Veracruz, con la sonrisa permanente y la carcajada franca y ruidosa, pero era amistad que no pasaba de eso, una visita cordial en la oficina. No faltaba quien me preguntara si ya había invitado a salir a Mayra, si la había visto el fin de semana, si no la invité a almorzar por la mañana, etcétera. Pero mi agenda estaba muy complicada, eran mis últimos meses como estudiante en la licenciatura, me había comprometido a dar clases de estadística apoyada por computadora, tenía la mente ocupada en el tema de tesis y en las ponencias que tenía que preparar para el congreso en España al que me iría un año después. Me era difícil invitar a Mayra a salir, o al menos corresponder a sus coqueteos y cordialidades.
Pasaban las semanas y el trabajo que se me había encargado estaba próximo a publicarse, empecé a tener jornadas donde el cassette de música barroca tenía que darle la vuelta y alcanzaba a escucharlo una o dos veces, Bolero de Ravel ya no marcaba siempre la terminación de la jornada. al mismo tiempo se me juntaba la entrega de trabajos finales y preparación de exámenes de fin de semestre, al grado que no noté que las cordiales visitas de Mayra habían disminuido.
Una vez terminado el trabajo, en una tarde más tranquila, revisando los archivos que se enviarían a la imprenta y que los colores institucionales fueran los correctos, le pregunté a nuestra secretaría del séptimo piso, por su amiga la del noveno. En primer lugar aclaró que amigas cercanas no eran, que se encontraban algunas veces y que en efecto, ya no había bajado a entregar correspondencia. Un día después me dijo que coincidentemente sobre lo que le había preguntado, se había encontrado a Mayra en Recursos humanos, que estaba entregando una constancia médica acompañada de su mamá y que desde lejos, lo primero que hizo fue preguntarle por mí y dejarme saludos, observó que su mamá inquirió de quien se trataba y porqué dejaba saludos, pero la secretaría del séptimo se despidió y subió a trabajar.
Así que dejé de tener esa cordial visita y recordé que fueron varias las insinuaciones que esquivé para vernos el fin de semana, para que saliéramos, para que tuviéramos alguna cita, pero dado mi momento abrumador de carga de trabajo y fin de último semestre de la licenciatura me hacían ignorar todas las veces que casualmente el elevador se detenía en el séptimo durante su trayecto al quinto piso y se había dado la oportunidad de pasar a saludarme.

Semanas después en una tarde más relajada y con menos presión de trabajo, caminaba yo de un escritorio a otro de mi séptimo piso, des esas tardes que de los ocho que trabajábamos en informática no estaban más de cuatro, alguien había pedido el elevador y ante la tardanza se fue por las escaleras, así que se abre el elevador y ahí estaba Mayra en su trayecto al quinto piso, yo desde el escritorio por el que había caminado, la alcancé a ver y le hice señas, al parecer no me vio y como el elevador seguía detenido, me acerqué de forma que ya no podía ignorarme y levantó el sonrojado rostro. Escuché su  –Ah! Hola!, -Oye! ¿no me vas a saludar? hace tiempo que no nos vemos , le dije. Y oprimía el botón del elevador que casualmente se había detenido sin ella pedirlo en el séptimo piso. Debo decir que la entrada al elevador estaba dividida de la zona de escritorios por una media pared, así que no veía más que su rostro, puesto que era alta de estatura. Dado que el elevador seguía detenido, me acerqué, libré el medio muro y la vi de cuerpo completo con su bata de maternidad y su abultado vientre de alrededor de seis meses.
Existen frases hechas y lugares comunes para cuando uno nota el embarazo de alguien así que sin echarle más imaginación le dije - ¡qué escondido lo tenías! Y cambiando su discurso a queja y victimización me dijo, - ya sabes cómo son, si hubieran sabido en Recursos humanos que estaba embarazada no me hubieran dado el trabajo, así que mi marido y yo decidimos que no lo iba a decir hasta que se me notara… en ese momento el elevador salió de su pausa, ella entró de nuevo y oprimió el número cinco. Las puertas se cerraron y la secretaria de nuestro séptimo piso me lanzó una mirada y movimiento de la cabeza como un telegrama que decía “no tiene marido, ya estaba embarazada cuando te estuvo visitando”.

Una vez, en otra oficina que trabajé años después, conté esta historia y me dijo la secretaria de este nuevo trabajo con cierta expresión de experiencia y frustración, - pero eso ya no funciona, ya no se dejan atrapar así los hombres. La verdad es que nunca me pasó el verbo atrapar, ni por la mente ni por la historia.

jueves, 17 de agosto de 2017

Percepción sensorial y voluntad


El lenguaje de máquina o lenguaje de computación utiliza desde su origen electrónico, el sistema binario, aquel en el que solo existen ceros y unos, cuando explicaba yo esto a los alumnos de introducción a la computación, era muy sencillo: los humanos usamos el sistema decimal porque nos ha sido fácil contar con 10 elementos (dedos de las manos) y cada que se cumple ese ciclo aumentar una cifra, de forma tal que todo número al infinito, se compone de ciclos de 10, así las computadoras al contar sólo con encendido y apagado, sus número se representan por cero y uno, uno y cero, 01, 10, 11, 100, 110, 111, 1000, etcétera. Esos ceros y unos son llamados bits y se agrupan de ocho en ocho para formar bytes y si llegan al millón son megabytes, luego gigabytes y terabytes. Si esto no parece suficientemente sorprendente, lo sorprendente es aquello que hemos logrado hacer mediante la combinación de ceros y unos, hemos formado, cifras, letras, palabras, párrafos, fórmulas, cálculos, gráficas, imágenes, animaciones, sonidos, videos, videos tridimensionales, sonidos binaurales, ambientes de realidad virtual, experiencias multimedia y multisentidos, pero todo se origina en cómo hemos combinado esos ceros y unos que es el lenguaje básico que operan los procesadores centrales de las computadoras u ordenadores.

Un escéptico podrá decir que no existe esa realidad virtual que sólo son ceros y unos y que no existen las imágenes, audios, simulaciones, que todo son ceros y unos, en parte tendría razón.

Un escéptico fuera del ámbito de la computación podrá decir lo mismo sobre sueños, fantasías, religión, creencias, leyendas, fenómenos paranormales, alucinaciones, poesía, música y pintura. Todo puede reducirse a interconexiones eléctricas y procesos químicos entre células denominadas neuronas y que lo que alcanzamos a percibir y recordar no es realidad, sino un fragmento de código lanzado por un emisor y captado por un receptor. De hecho existe toda una teoría conspiracionista que sostiene que aquello que vemos como realidad es una simulación digital, sus adeptos dicen que lo pueden probar aunque pronto se hará visible al entendimiento de todas las personas.

Lo que yo sé es que tenemos la capacidad de elegir y que podemos seleccionar un conjunto de sonidos y silencios o llamarle música, podemos creer que un arreglo de palabras comunes en sentido figurado, sólo son letras organizadas en párrafos de cuatro líneas que riman o llamarle poesía y que unos colores fijados a un lienzo tienen un código pantone o representan una imagen capaz de producir sentimientos diferentes en diferentes espectadores.

Alguna vez compartí una imagen de las nubes y le llamé arpa celestial, una amiga extrañada me decía que no veía el arpa solamente las nubes con unas rayas por la sombra que otras nubes producían, pero otra amiga dijo: yo me quedo con tu arpa Jesús. Nuestra percepción e interpretación también está matizada por nuestra voluntad. En otro momento publiqué una imagen de la luna llena y anoté “de niño sospechaba que la luna me seguía al caminar, hoy lo confirmo” y un amigo en una reunión al saludarnos, dijo ahí viene el que cree que la luna lo persigue.



También sé que la vida sería muy aburrida en caso de que nuestra realidad sea una simulación virtual y más aburrida si nos encontramos con su código escrito en sistema binario, si ello llegara a ser cierto, de todos modos elegiré verlos como algo más divertido, a colores, con movimiento, danzando, organizados en tonos para escuchar beeps como musicales y transformados en palabras que rimen al final o en prosas que estimulen la imaginación o secuencias de imagen que cuenten historias y si todo cayera al final, comprimir sus restos para convertirlos en escultura.

miércoles, 2 de agosto de 2017

Potenci - Arte

“No has de confiar en la piedra con la que te puedas topar, apártala del camino por los que vienen detrás”
Alberto Cortés
Cantautor Argentino

“Conócete a ti mismo” reza una de las más sabias y antiguas invitaciones a la introspección y a la integración de tu persona con el mundo, se le atribuye al Oráculo de Delfos. Sentencia que también se le ha adjudicado a Sócrates, Heráclito o Platón. Es un aforismo que en su simpleza, nos ha impulsado a evolucionar durante algunos cientos de años.

El ser humano, entre todos sus defectos, es el único mamífero que se ha comprobado tiene conciencia de sí mismo, algunos primates y caninos parece que se reconocen frente a un espejo, pero aun no se puede aceptar como hecho científico. Permítame el lector llamar a este atributo un defecto, porque solamente ha traído complicaciones a nuestra historia, en lugar de ser el humano, un ente ligero, que se deja fluir que no cuestiona sus impulsos como algunos seguidores del “new age” lo propusieron en un tiempo. Somos ese pariente incómodo, preguntón, cuestionador, insatisfecho, incompleto, inquieto y finito, peor aún, consciente de sus limitaciones, especialmente la limitación temporal. El ser evolucionado es aquel que partiendo de este conocimiento de su limitación, inicia obras que no verá terminadas.

Esa es la principal razón que nos ha permitido evolucionar y te invito a hacer el siguiente ejercicio: imagina las personas que participaron para que fuera posible lo que estabas haciendo antes de leer este texto. Va un sencillo ejemplo: esos cinco o siete minutos que tardas en comer un platillo que contiene verduras, tiene detrás una cantidad de personas que sembraron, la semilla, cultivaron, transportaron al mayoreo, la mantuvieron en refrigeración o congelación, se empacó para que la consiguieras después al menudeo, para que llegara a tu cocina y fuera elaborada, usando gas que una compañía provee, en recipientes diseñados y probados para soportar el calor y no cambiar el sabor; podríamos ir más atrás, las personas que vendieron la semilla, antes quienes la colectaron y aún más atrás, quienes a base de prueba y error descubrieron la mejor forma de cultivar, así como quienes estudiaron científicamente los procesos para replicar y estandarizar todo el proceso, junto con los encargados de recopilar, organizar, y difundir ese nuevo conocimiento… y en caso de buscar aún más atrás, aquellos que inventaron la escritura e impresión para que el conocimiento no se perdiera entre generaciones.

Este es un ejemplo sencillo, en lo personal me puse a pensar lo mismo una vez que me hicieron un estudio de tomografía, que en pocas palabras es la obtención de una radiografía tridimensional dentro de un túnel de rayos X, mediante un líquido revelador que hacen pasar unos milisegundos por tu torrente sanguíneo. Me puse a pensarlo porque una vez que te recuestas en la camilla del túnel, hasta la enfermera sale de la habitación y todo lo demás es automático, incluyendo la inyección del líquido en tu vena. Quise agradecer por ese estudio, pero el número de personas era interminable, no sólo la amable enfermera, el técnico, el médico que lo ordenó, la Institución que cuenta con ese equipamiento, la compañía que provee la energía eléctrica, la que desarrolló el tomógrafo y la historia tecnológica que contiene: el descubrimiento de los rayos X, su manejo, los materiales que permiten su paso y los que no, los circuitos computarizados que transforman esa impresión en un archivo que llegará a la pantalla del médico para asegurar un diagnóstico, así sin extenderse más, aunque me lo hubiera propuesto no podría agradecer a todos los que lo hicieron posible, porque gran parte de ellos, vivieron en otro siglo. Quizás lo que sí debería agradecer es que tuvieron la visión de aportar su conocimiento, técnica o descubrimiento para el uso de alguien más, que probablemente aún no había nacido, a eso llamamos investigación básica, quienes logran implementarlo, hacen investigación aplicada.

Esas grandes o pequeñas obras que vienen de una mente genial la mayor parte de las veces, llegan hasta nuestros días, gracias a eso que nos diferencia de otros seres vivos, la conciencia de sí mismos y el entendimiento de nuestras limitaciones, que paradójicamente se vuelven el vehículo para nuestra atemporalidad o trascendencia, hoy escuchamos con los ojos a los muertos (permítaseme aquí la inevitable paráfrasis al verso de Francisco de Quevedo y Villegas:


“Retirado en la paz de estos desiertos,
con pocos, pero doctos libros juntos,
vivo en conversación con los difuntos,
y escucho con mis ojos a los muertos.”

Porque aquellos que han dejado una huella, que han tenido la visión de trascender, de trabajar sin la necesidad del aplauso o la gloria inmediata, se han subido a ese tren de la historia, para ser los gigantes sobre los que nos podemos parar para llegar más alto y mirar más lejos. Retomando la famosa frase de Sir Isaac Newton:

 Si he logrado ver más lejos ha sido porque he subido a hombros de gigantes”.

Y ¿qué es exactamente eso que hace que unos puedan generosamente brindar sus conocimientos, sin recibir las palmas o guirnaldas?

Yo lo visualizo como una combinación entre conocimiento, madurez y sabiduría, cruzar esa etapa egoísta donde son indispensables el reconocimiento y retribución, entender que la aportación de uno es apenas un eslabón de una gran cadena, de un universo de cadenas que nos han llevado hasta el estado del arte en que nos encontramos como humanos, reconocer esa capacidad generativa es el estado de la potencia (aquello que está en calidad de posible y no en acto).

Potenciarte es la invitación, la sugerencia y si me lo permites respetable lector: la arenga. Esta forma rebuscada y casi imposible de agradecer o reconocer las aportaciones de los demás, anónimas o no, solo puede ser posible mediante la intención de colaborar como un eslabón más. Habrá el lector al que deviene el bostezo o el estupor de la indiferencia cuando pase la vista por este párrafo y es que, ya lo he dicho antes, esta potencia es una combinación de conocimiento, madurez y sabiduría, si no se está en condiciones de llevarla a cabo, al menos debería ser guardada, como se guarda una semilla para que su vida latente emerja al ser llevada a campo fértil.

Conocimiento y madurez (sin sabiduría): Aquel que ya tiene el conocimiento, que domina una técnica, que ha desarrollado sus propios caminos para hacer algo de forma sobresaliente pero no tiene la sabiduría para compartirlo, para entregarlo a otras manos que le den continuidad y hasta mejorías, no estará alcanzando la potencia. Podría dar muchos ejemplos, pero en lo personal, me sucedió que al principio de los años 90´s cuando la multimedia se extendió gracias a que los equipos de cómputo facilitaron el manejo de video, imagen, sonido y texto, presenté mi propuesta de tesis de licenciatura sobre la elaboración de un tutor interactivo que ayudaría a los estudiantes a diagnosticar su nivel de hábitos de estudio y a la postre administrar algunas lecciones para reforzar estrategias o enseñarle nuevas. Por el tema pasé con tres de los sinodales y cuando me mandaron con el cuarto, que contaba en su historia con algunos esfuerzos para hacer tutores automatizados, pero con tecnología anterior (sin multimedia), a los que dedicó varios años, pero no estuvo en condiciones de hacerlos públicos, recibí de su parte, un rotundo rechazo a mi tesis, no le parecía que en medio año hubiera yo elaborado todo ese programa automatizado, con herramientas que él no tuvo a su alcance cuando inició por el mismo camino y que mantuvo como proyecto secreto porque generaría gran impacto cuando lo sacara a la luz pública. Así que a los cinco minutos de nuestra entrevista cerró mi borrador de tesis y me dijo que tenía que replantear desde el título, o sea, que me saliera de ese camino que él tenía planeado recorrer. Este sinodal contaba con conocimiento y madurez, no con la sabiduría para enlazar los eslabones que nos hubieran dado fortaleza en esa vertiente tecnológica.

Conocimiento y sabiduría (sin madurez): podría la persona poseer el más profundo conocimiento, la más alta especialización y tener la capacidad de aplicarlo, pero sin la visión de compartir, tendríamos incompleta la potencia. Para mí son muy respetables aquellos que se especializan tanto en un tema o una técnica que se vuelven la referencia por autoridad, a quien consultar ante la duda, doblemente admirables cuando además de sus conocimientos, demuestran ser expertos para aplicarlos, pero están incompletos cuando no hay disposición para compartirlos. No sé si esto tenga que ver con la edad, hace poco que desayuné con un querido amigo que es un reconocido consultor de empresas y que siempre hablaba de sus proezas, de cómo apoyó a ciertas negocios instituciones, organizaciones, las volvió competitivas, aplicó su vasto conocimiento, experiencia y sus desarrolladas habilidades para diagnóstico y  prescripción organizacional, noté un cambio en su discurso: me comentó que tiene que pensar en el retiro y que su preocupación al día de hoy, no es buscar clientes, sino formar a los integrantes de su equipo, volverlos tan expertos como lo es él y hacer que la firma consultora dependa cada vez menos de su persona, con todo el respeto que merece, es el mejor ejemplo de alcanzar la potencia, sumando la madurez a sus probados conocimientos y sabiduría.

Sabiduría y madurez (sin conocimiento): esta combinación, bien podría llamarse buenas intenciones, y aunque se asume que el sabio posee amplios conocimientos en ciencia o arte, lo quiero distinguir del conocimiento especializado, aquel que con amplia cultura general, aconseja, dirige, sugiere, cuenta su experiencia en situaciones similares, pero no es el experto en el tema, aunque esté en condiciones de madurez para transmitir desinteresadamente lo que sabe, estará con potencia incompleta o sesgada, es bien sabido el dicho aquel que dice que quien posee como herramienta el martillo a todos les ve cara de clavo. Sin profundizar en la autocrítica a quienes practicamos la consultoría, la capacitación y hasta la Psicoterapia, necesitamos estar actualizados en las nuevas tendencias, los estudios que refuerzan o desechan la efectividad de los tratamientos tradicionales, reconocer y adoptar las nuevas herramientas y estrategias que están funcionando en otras latitudes con su debida tropicalización. Esa auto exigencia por el conocimiento, por la búsqueda de la actualización y ampliación de visión, es el complemento para la potencia que se da al sumarle sabiduría y madurez.




Así que, amables lectoras y lectores, conocerse a sí mismo, reconocer las áreas en que tenemos fortaleza: sean conocimiento, sabiduría y madurez. Serán los pilares de con los que podremos trascender en el ejercicio de potenciarte.

miércoles, 28 de junio de 2017

Caminatas de la memoria por líneas de tiempo alternas

En alguna clase con un profesor que sabía de Programación Neurolingüística, luego de una sesión sabatina de mucha información y conceptos, nos hizo una dinámica de relajación y luego de un resumen pidió que oprimiéramos nuestro dedo pulgar izquierdo y aprovechando el estado sugestionable, decretó que en esa parte de nuestro cuerpo se quedaba fijada toda la información recibida ese día, su intención en aquellos primeros años del siglo (XXI) era que si precisábamos de la información de ese día, oprimiéramos nuevamente el pulgar y se nos haría presente con toda claridad.

Yo siempre tuve mis dudas con las técnicas de Programación Neurolingüística y se me prestaba más para la sorna que como método nemotécnico. Aun ahora, cuando oprimo el pulgar izquierdo, recuerdo esa sesión y hasta el olor del incienso que había puesto en salón, pero no recuerdo el contenido de su clase, mi memoria es muy rebelde como para disciplinarse o reducirse a un único foco dirigido por la autoridad. Espero de corazón que haya memorias más disciplinadas a las que esos métodos les hayan funcionado.

Sin embargo, la memoria que es multisensorial, multimedia y multitasking trae recuerdos como unidades limitadas de información o escenas completas a partir de claves como esa: oprimirse un dedo pulgar.

Y si nuestro cuerpo fuera un conjunto de llaves para acceder a información algunas veces oculta y otras veces a flor de piel, tengo varias huellas y algunas cicatrices que me llevan a esos depósitos de memoria, algunos constan de un número o letra y algunos de historias dignas de Murakami.

Mi antebrazo derecho tiene una cicatriz por una caída en motocicleta, pero mi antebrazo izquierdo tiene toda una historia de quien se apoyó un tiempo en él. Eran los años 80´s (me encanta empezar así las historias, porque con eso logro un túnel hacia una década de camisas holgadas, pantalones ajustados, peinados esponjados, colores fluorescentes, música, fiesta, estudios, adolescencia y entorno de incipiente tecnología, videojuegos con pixeles de un centímetro, walkman para cassettes para no más de 10 canciones si es que la cinta no se enredaba antes, prácticamente sin teléfonos celulares y con una comunicación cara a cara, con chismógrafos encuadernados físicamente y con chats mediante papelitos que cruzaban de pupitre en pupitre hasta dar con el destinatario o destinataria, en algunos ambientes escolares hasta periódico mural improvisado con mensajes casi encriptados, no era sólo la adolescencia de mi generación sino la adolescencia de la era tecnológica digital también). En esos años 80’s, las amistades, al menos en mi caso se agrupaban por marcos o espacios de referencia: los amigos de la cuadra, los amigos del barrio, los amigos de la escuela, los amigos cercanos dentro de mi grupo de la escuela, los amigos del trabajo, los amigos dentro de la familia, los amigos de las canchas y hasta los amigos de la iglesia. Los marcos de referencia eran como mundos paralelos, eran las redes sociales sin tecnología digital, uno podía tener atributos diferentes dentro de los diferentes grupos y casi identidades aparte. Dichos mundos pocas veces se acercaban, más que juntarse podrían colisionarse. Así que como en diferentes escenarios, uno podía desempeñar diferentes roles, inclusive en cuanto a liderazgos, estos eran graduales, en alguno de esos munditos uno era líder, en otro era parte del grupo líder y en muchos otros era un seguidor de perfil bajo.

Del grupo de la iglesia, un día la amiga de una recién ingresada, llegó a tomar nuestra hora de reflexión y como todos, a la expectativa más del alboroto e invitación a fiestas con que alguien siempre remataba la tarde noche del sábado que de la propia reflexión. Mención aparte tenían los integrantes del coro, ya que además de la reunión les tocaba seguir ensayando, no siempre iban a las fiestas con nosotros. En fin, esta nueva compañera cuyo nombre puede ser cambiado y llamaremos Idalia, cuya contracción de su nombre poca gracia le hacía (Ida), mientras caminábamos rumbo a la fiesta de XV años que alguien, cualquiera del grupo, nos había dicho que su familia nos esperaba, se tomó de mi antebrazo izquierdo, previa petición de permiso y como a esos 16 o 17 años quien te veía así empezaba con las cantaletas de “son novios, se gustan, qué juntitos, etcétera”, nos empezaron a ubicar juntos, decían vamos a la fiesta ¿Jesús e Idalia quieren ir?, hay lugar para tal y tal y para Jesús e Idalia, mañana vamos a ir al cine de plaza universidad  a ver Karate Kid II, ¿quieren ir Jesús e Idalia? Y así fuimos todo un verano y parte del otoño ubicados, Ida me platicaba todo el tiempo de su escuela, preguntaba sobre la mía, hablábamos de nuestros ideales, de nuestros cantantes favoritos, de nuestros sueños, de los libros que todavía no leíamos, de los amigos que ella tenía y que nunca conocería porque aquel marco de referencia no coincidía con este de los sábados y luego hablábamos de nuestras obsesiones, de nuestros temores, especialmente recuerdo su fobia a permanecer debajo de un árbol, porque en los árboles podía haber orugas y una vez dijo que le cayó una el cuello y que había sido la peor sensación, así que no volvía a arriesgarse… y seguía asida a mi antebrazo izquierdo, eso era muy útil cuando llovía porque con mi brazo derecho yo podía llevar el paraguas y cubrirnos suficientemente en aquellas largas caminatas por la colonia y colonias vecinas. Su estatura, poco más baja que la mía, era la ideal para que se tomara de mi brazo con toda comodidad. La recuerdo más en las caminatas, no tengo recuerdo de las fiestas o de estar comiendo ni tomando café o helado, sino caminando.

Muchas veces sucedía (por eso empecé diciendo “eran los años 80’s) que si el teléfono de la familia de uno u otro amigo se descomponía, su número cambiaba o sus familias cambiaban de domicilio perdías irremediablemente la única pista o liga hacia esa persona y aunque las generaciones posteriores les cueste trabajo creerlo, a veces perdías todo contacto por años.

Cierto día, como llevaba un par de semanas que no podía hablar con ella por teléfono, tomé mi bicicleta y fui a donde Ida vivía, solamente para que me dijeran que su familia recientemente se había mudado. Sin el domicilio ni teléfono, había perdido todo contacto, en el grupo de la iglesia sólo me decían que la conexión con ella era yo, prácticamente sólo conmigo platicaba en esas largas caminatas, nos miraban siempre ensimismados. Así que nos dejamos de ver, no sin anhelar un reencuentro al menos de mi parte.

Meses después una tarde de domingo que regresaba yo del cine, al mirar el reloj, recordé que a esa hora es a la que ella acostumbraba ir y como, además, empezaba a llover de camino del metro a la casa, a mitad me quedaba la iglesia, aquella donde nos habíamos conocido, me dirigí para allá y recuerdo que me senté en las bancas de atrás, casi a un paso de la puerta. La celebración apenas comenzaba y se escuchó la lluvia arreciar. En ese momento la vi llegar, tomada del antebrazo de un muchacho de nuestra edad, quien se entretuvo en sacudir y cerrar el paraguas, mientras ella con cierta prisa se dirigió a un asiento más delante del que yo estaba. Me aseguré que no me viera y me salí. Vi entonces que el muchacho que había cerrado y dejado el paraguas en un rincón, se sentaba junto a ella. En mi mente se rebobinaron los recuerdos de ella asida a mi antebrazo, las largas caminatas, las fiestas, las reuniones de reflexión y las fantasías anticipadas de la pareja que seríamos más adelante. Mi razonamiento fue que aquella línea del tiempo había sido superpuesta por otra paralela donde en efecto se dio el noviazgo con el mismo escenario y personajes secundarios, pero ya no con el protagonista original. A esa edad uno tiene sus sospechas de lo que puede ser bueno, lo que no, el deber ser, el poder ser y uno adjudica al destino los giros en la vida de las personas. Así que habiéndome cuestionado más de una vez si debí hablarle, si debí saludar a su acompañante, si dejé perder la oportunidad de volver a tener comunicación con ella, me conformé con la explicación de que si eran novios, yo en su lugar me hubiera molestado que se presentara una persona del pasado. No volvimos a vernos.

Pero igual que en mi escrito inmediato anterior, las redes sociales de la era cibernética, nos hicieron contestar alguna solicitud de contacto y ahora sí con fotos, he podido verla en los tiempos actuales con su marido, sus hijos, en su casa, en sus fiestas y reuniones, en sus vacaciones, apagando las velas de algún cumpleaños y todas esas vivencias que uno sube a nuestro nuevo portafolios digital que ya no llevamos a todos lados, sino que está en el ciberespacio y lo único que suponemos que podemos hacer es controlar a quien le damos acceso.




En fin, ya habiendo conocido la línea de tiempo alterno que ella ha vivido sin mí como protagonista, luego de un rato de charla, surgió la pregunta sobre la encrucijada del tiempo, me dijo ¿por qué no me volviste a buscar? Yo le dije que claro que la busqué, cuando ya tu teléfono no respondía, tomé mi bicicleta y …. ella interrumpió, ¿por qué no me hablaste esa vez en la iglesia?, lo bueno de los chats sin video, es que uno puede titubear pero no se nota el sonrojo, mi pregunta fue ¿¡¡me viste!!?, yo te vi llegar con un muchacho como de mi edad, del que ibas tomada del brazo…. –Ella dijo, era mi amigo, me acompañaba a la iglesia los domingos por la tarde, porque a mis hermanos no les gustaba ir y te vi salir…. fui detrás de ti hasta donde la lluvia me lo permitió, pero bajaste muy rápido las escaleras. Fue la última vez que te vi.  Mi amigo, tiempo después me pidió que fuéramos novios, con el tiempo nos casamos y ya ves mis dos hijas ya van en la universidad.


Quise preguntarle si le seguía gustando cierta música, si había visto ciertas películas que se estrenaron luego de que dejamos de vernos, cómo fue su boda, si sus hijas tienen buenas calificaciones, pero de ahí hasta que las redes sociales me avisaron de su cumpleaños y le escribí un saludo y le mandé abrazos, dejé de explorar esa línea del tiempo de la cual, solo me queda el detonador de recuerdos asido a mi antebrazo izquierdo.

miércoles, 31 de mayo de 2017

Un ser de luz que estudiaba en la UNAM

Ella tenía mucha luz, era un ser luminoso, en el primer semestre en clase de lógica simbólica y semántica, respondí correctamente los silogismos hipotéticos, dándome a conocer ante el nuevo grupo como quien, una de dos: o estaba recursando una materia ya vista o había estudiado las lecturas antes de que el profesor lo indicara. En realidad, había tomado unos cursos de programación en lenguaje de computadora y se me facilitaban los razonamientos si… entonces…. (if …. Then). Esa participación en clase, hizo que ella se acercara a mí, -Oye, no entendí absolutamente nada, ¿podrías ayudarme con los ejercicios que vimos hoy?. No tenía yo nada mejor que hacer, es decir, ir al gimnasio al estadio de los Pumas, la única hora antes de tener que irme a trabajar, no era algo mejor. Fuimos a la biblioteca, que para quienes la conocieron a finales de los años ochentas, era ruidosa, muchas mesas para trabajo en equipo y algunos cubículos de silencio, para quienes no podían trabajar con ruido, así era la biblioteca de la Facultad de Psicología, le expliqué todo lo que sabía de silogismos, o sea de esa primera clase de silogismos y el resto de la hora estuvimos hablando de nosotros, de dónde habíamos estudiado el bachillerato, de su expectativa en Psicología social, de su admiración por algunas ideas neo hippies, de su atuendo con algún chaleco con bordados oaxaqueños, un arete con forma de atrapa sueños, sus quejas sobre la comida industrializada, su preferencia por el aroma patchouli y sus pulseras tejidas de hilos con grecas autóctonas.

Me contaba que la mayor parte de su vida la pasó en el norte de la Ciudad y que poco conocía Ciudad Universitaria, yo que la conocía desde niño y tenía anécdotas de futbolito en las islas y haberme mojado con las válvulas de riego y los espejos de agua de la biblioteca central, le ofrecí ser su guía.

 Imagen tomada del Álbum "Islas y Nubes" de https://www.facebook.com/media/set/?set=a.10151133938165762.465371.743800761&type=1&l=d9b72bb006 

Pasaron los días y caminábamos a alguna de las explanadas de otra facultad, los edificios con murales, los trámites que tenía que realizar en rectoría, lo ridículo de los costos de inscripción y reposición de credencial, su enojo ante razonamientos como –cuesta más el recibito amarillo que lo que se paga de cuotas, mejor que quiten la papelería de cobros. Yo le explicaba las andanzas que habíamos tenido que pasar en la huelga de 1986 para evitar que las cuotas volvieran inaccesible nuestra máxima casa de estudios y las discusiones nos llevaban siempre algunas horas de largas caminatas, muy en el fondo no me importaba si tenía razón o si sus argumentos tenían mayor fundamento, los míos tenían más lógica y eso bastaba para mirarla obtener un triunfo y luego una derrota de ideas. Me gustaba, me gustaba que compartiéramos el tiempo, que frecuentemente voltearan a verla y un poco a mí por ser quien acompañaba a esa bella estudiante, de abuelos de origen europeo y que lucía sus llamativos toques hippies en su atuendo, a ella le gustaba que le mostrara yo los caminos que bien conocía de toda la Ciudad Universitaria y que para la tarde regresáramos a la Facultad, yo porque tenía que irme a trabajar y ella porque esperaba a su novio que terminaba de tomar clases en la vecina Facultad de Filosofía.

Al otro día si las clases terminaban temprano, el plan era ir a conocer el espacio escultórico, en un camino más largo, pero un destino más presumible. Era una gratificante amistad, de esas en que a uno le gusta ella, pero conociendo que tiene novio, está vedado cualquier otro rumbo.


Un día, ella terminó con su novio, la vi sufrir un poco, pero al poco tiempo regresaron y se  reinstaló en su equilibrada vida de libros, tareas, novio, amigos. Dos semestres después nos habíamos distanciado un poco porque la carrera exigía que complementáramos las clases con prácticas de laboratorio y no coincidimos en ninguno. Uno o dos semestres más adelante, por alguna tarea en equipo estuve por la tarde en la facultad (yo trabajaba por las tardes así que prácticamente nunca estaba yo por ahí en esos horarios) y me la encontré, pensé que iba a comprarse su cigarro suelto en el puesto de los dulces y la alcancé, ya no tenía el brillo y la luz en su rostro, un poco demacrada y con mucha prisa, en pocas palabras, me dijo que estaba retomando la carrera, que se ausentó un año por que se embarazó y que el Papá de su hijo, aquél que estudiaba en Filosofía, la dejó sola, el año anterior dio a luz a su bebé y ahora estaba recursando las materias a las que ya no pudo asistir, dijo –“compermiso” y la ví cruzar a toda velocidad la explanada para retirarse, con toda seguridad tenía que ir a atender a su bebé. Mientras la miré retirarse, ya sin el halo luminoso y las miradas que la perseguían  un par de años atrás. Me resonaban sus breves palabras “el año pasado dio a luz a su bebé”, en realidad no dio a luz, sino como estafeta, transmitió su luz al bebé. En esa edad un embarazo no multiplica la luz, sino que la consume.
 Imagen tomada del Álbum "Islas y Nubes" de https://www.facebook.com/media/set/?set=a.10151133938165762.465371.743800761&type=1&l=d9b72bb006 


Gracias a las redes sociales, supe de ella 25 años después, me enteré que sí terminó la licenciatura y se desarrollaba a nivel gerencial en una transnacional, su hijo ya estaba graduándose con honores y ella mostraba de nuevo esa luz recuperada, ganada con un mayor  esfuerzo y sintiéndose doblemente realizada, su inagotable luz sólo se había opacado para resurgir con mayor intensidad.
 Imagen tomada del Álbum "Islas y Nubes" de https://www.facebook.com/media/set/?set=a.10151133938165762.465371.743800761&type=1&l=d9b72bb006