lunes, 12 de febrero de 2018

AMOR / LOVE


Antes miraba otros rumbos los oía, veía, escuchaba

A mi oposición resaltada los otros van entendiendo

Amor ¿movimiento  o reposo?  ¿levitación o vuelo extenuante?

Al mismo origen regreso lentamente o ventajosamente enlentecido

Aquí mi orgullo rompe lo ordinario, vislumbra entelequias

Así mintiéndose o renegando lo ostensiblemente visible, existe

Amor más otros resentimientos ligeramente obstructivos vagan entrelazados

Aunque miro oscuras rutas,  las otrora vecindades excepcionales

Arraigado me observo, resiento lividez, ostracismo, vidrio esmerilado

Ahogo mortecino, oclusión reticular, liviandad obstaculizadora, visión estática

Ahora me oculto refinadamente lucho otra vez extensamente

Abrir mis opacidades, represiones, luchas o visiones extremas

Aparece moviéndose ondulante, rasante, ligero, ostentoso, veloz, extenuante

Amarme oportunamente resiliente, lúcido, orgulloso, visionario, extraordinario

Amar más, ocupa rápidamente las oquedades vaciando excesos

Amarme ocurre radiantemente liberando obstáculos verosímiles enquistados

Amar mucho: olas reventando laderas, ocasos, vicios, encierros

Amor milagro optimista redimiendo lunas, otoños, veranos, eternidades.


Imagen tomada de https://pixabay.com/es/coraz%C3%B3n-anidados-geometr%C3%ADa-el-amor-155552/


jueves, 1 de febrero de 2018

Tu león asignado

“Conocí un domador que era presa del temor ante su león, ¡vaya gracia!”
Nacha Pop

León todos tenemos asignado uno, algunos deciden domarlo, desde el primer instante, lo confrontan para que obedezca, sin importar los medios, el fin es el obedecimiento, que el león se someta a los caprichos del domador, que parezca un animal tierno o que haga muecas semi humanas para que el público se sorprenda y admire el temperamento del domador, su valor, su imposición y coraje, que el público asuma que el león reconoce un líder, que convencido se pone a sus pies y con lealtad infinita atiende las arbitrarias y superficiales órdenes de su domador, aunque en realidad no haya tal lealtad sino un choque eléctrico de gran voltaje como estímulo castigador.

He visto quienes se paralizan ante la presencia de su león, aquellos que se llenan de pánico y siguen el consejo de que si no se mueven, su león no los verá y no los atacará, tal catatonia los puede llevar a la muerte, pero una muerte en la que no tienen que luchar, sienten que ganan la batalla evadiéndola.

No falta quien subestima a su león, quienes en su inconmensurable soberbia lo quieren tocar y acariciar como si fuera un felino doméstico que se rendiría ante su sola presencia, ignorando que la naturaleza salvaje del león y su velocidad de pensamiento combinada con su actitud defensiva e impulso de cazador representa un riesgo vital y un final precoz.

Imagen tomada de la biografía en facebook de Caroline Walls 


Otros piensan que el león ya es un privilegio per se, así que disfrutan encerrándolo en una diminuta jaula, ya no importando lo que eso signifique para el león, se vuelve un objeto para presumir, - yo tengo mi león, no necesito domarlo, dominarlo ni educarlo, lo tengo y ya, es mío -, ha sucedido que la jaula queda chica, pero no importa, sin empatía a su león, no les interesa si debió crecer o si su naturaleza le indicaba caminar, correr o simplemente retozar estirándose,  nada de eso le importa a este tipo de dueños, sino presumir que el león es de su propiedad, y que no tiene función, rol, pulsión ni expectativa que alcanzar.

Pero los hay peores, los que ni ver a los ojos a su león se atrevieron, pues no buscan la majestuosidad de la fiera en vida, les interesa su pelaje, su cabeza, también lo quieren para adorno, pero adorno inmóvil, seco, disecado mejor dicho y no me refiero al taxidermista, sino al que contrata sus servicios, aquel que reúne trofeos como piezas inermes del pasado, adornos sin vida, sin presente, el pasado capturado de cruel manera y separado de toda sustancia, león reducido a cascarón: vacío, frágil y desechable.

Aunque tampoco se puede sobrestimar, asignarle un valor diferente al que le corresponde, porque al no tener presente su origen salvaje, su domesticación imposible ni su reducción a ornato, tampoco se puede esperar que tenga personalidad propia, dominante ni inteligencia superior o permanencia imperecedera, quienes le asignaron un valor superior, sólo se llenaron de expectativas fugaces y con éstas se quedaron.

Solamente ese hombre introvertido y de bajo perfil de quien poco se sabía pero que no pasaba inadvertido, de quien se dudaba inclusive que haya tenido asignado un león, tuvo la paciencia y sabiduría para tratarlo en su justa dimensión, sin intentos de dominar por sometimiento, sin paralizarse por miedo, sin aproximarse imprudentemente, ni presumirlo, sin arrebatarle el alma para coleccionarlo como trofeo y sin idealizarlo. Cuentan los que saben, que lo veían caminar a su lado, a sensata distancia, sin obligarle a seguir una ruta particular, cuidando que se alimentara, que saciara su sed, que tuviera sus pausas para descanso y hasta sus momentos de ausencia, cuidándose el uno al otro y cuidándose el uno del otro, aprendiendo de su naturaleza y permitiéndole avanzar a su ritmo, en un viaje que lo hizo más sabio, paciente, valeroso y prudente, sólo se sabe que el león llegó a su promedio de longevidad y más que un trofeo, el hombre tuvo lecciones y una apacible existencia.


Imagen tomada de la biografía en facebook de Caroline Walls


Dime estimado lector, estimada lectora, ¿para ti qué es lo que tu león asignado representa?