La consigna es TXT ASCCII ANSI sí, DOC y RTF no
Una vez me comentaba una amiga: yo tuve una época de
escribir mucha poesía, pero ahora que localicé los discos no recuerdo la
contraseña que le puse a los documentos en Word.
Y es que el avance tecnológico nos ha hecho que sea más
fácil guardar grandes volúmenes de información, pero a la vez, más fácil
perderla para siempre. Un claro ejemplo fueron los formatos de video guardados
en cintas, cuando apareció la tecnología VHS, sustituyó a la versión BETA, a
pesar de que BETA guardaba con mejor calidad, la decisión de los consumidores y
comercializadores fue preferencia a las VHS porque permitían almacenar más
minutos de video, ahí sacrificamos calidad por cantidad.
En el mismo sentido dimos un gran salto tecnológico al pasar
de los video casetes VHS a los CD (discos compactos) y DVD, (Disco Versátil Digital),
por supuesto que pasar a imágenes digitales que no presentaban rayas al
reproducirse y que al ponerles en pausa era posible ver una imagen amplia y
detallada sin distorsión, mejoró la experiencia del ver video, pero fue bien
sabido también que los materiales con que se elaboran los CD´s y DVD´s luego de
cinco años se van degradando, especialmente si se dan ciertas condiciones de
humedad, luz directa y hasta por la manipulación de los mismos, así como antes
los discos fonográficos se rayaban en sus surcos y la canción brincaba o se
repetía, ahora un rayón o grieta en los CD’s simplemente arrojaba el mensaje de
“Error Disc”, cundo esto se descubrió al inicio de la década del 2000 a 2010,
las compañías fabricantes de discos compactos simplemente dijeron que sus
productos garantizaban guardar y leer información digital, no necesariamente su
duración a más de cinco años. Y esto no es mito, los respaldos de información
que hice en la oficina durante la segunda mitad de la década de los años 90’s
ya no eran recuperables para 2010. Se fueron a la basura torres completas de
discos compactos descoloridos. Que no la información valiosa, porque para
entonces ya habían aparecido los discos ZIP, las memorias USB y los Discos
Duros Externos, la única ventaja de esas nuevas tecnologías es que pude
mantener mi trabajo.
En el año 1999, tuvimos la alerta del error del año 2000 o
Y2K, en el que se nos explicaba que los sistemas desde los años 60’s habían reservado
sólo dos bytes para la fecha, así en lugar de 1986, las computadoras sólo
guardaban 86, ya para 1998, se contaba el caso de una anciana nonagenaria que
recibió una invitación para inscribirse al kínder, pues la selección de
destinatarios se había realizado para aquellos nacidos posteriores a 1995, como
la anciana nació en 1898, la computadora no podía distinguir entre 1898 y 1998,
eso era lo anecdótico, porque lo apocalíptico era la sospecha de que los
sistemas de aviones se detuvieran en pleno vuelo, los bancos colapsaran por sus
operaciones en cajero automático y otros sistemas de salud como monitores de
signos vitales en hospitales mandarían mensajes extraños o dejarían de
funcionar. Yo ya trabajaba para el gobierno federal y se formó un comité para
revisar el error Y2K, tuvimos que hacerle pruebas a todos nuestros equipos de
cómputo y revisar nuestros sistemas, los meses que ese comité duró, sirvieron
sólo para generar un archivo .bat (ni siquiera un programa serio ni aplicación
compleja) que adelantaba la fecha de los equipos para saber si eran capaces de
representar la fecha 01/01/2000, sobra decir que ninguno colapsó.
La preocupación que motiva este texto, es la trampa que la
espiral tecnológica nos impone para preservar nuestra información, cada vez más
codificada y compleja de recuperar. Ya no sobre los videos Beta, VHS o DVD,
sino nuestros escritos, esbozos, proyectos, poemas, relatos, es decir, textos
planos. Se lo dije al presentador de la versión 98 de Windows, “eso que
presenta como mejoras son errores que ya habíamos reportado a Windows 95… nos
viene a ofrecer que compremos un producto como nuevo, cuando en realidad es uno
menos defectuoso…”. El presentador-vendedor, dijo al auditorio que se trata de
actualizaciones al sistema operativo. Y lo tuvimos que comprar, porque usábamos
Word y Excel y nuestros nuevos documentos ya no podrían leerse en la versión
anterior del sistema. Luego vinieron nuevas actualizaciones que también tuvimos
que comprar: Windows Milenio, Windows XP. Windows Vista, Windows 7, Windows 10
y así.
Las actualizaciones lo que han hecho es que nuestros archivos
(y me oriento a archivos de texto) ya no sean legibles en las nuevas versiones
de sus sistemas. Yo era feliz cuando todos los escritos de mi quinto semestre
de la carrera los portaba en un disco flexible de 360 kb, mismo que además de
los escritos contenía el programa WordStar, así que llevaba en ese hoy risible
disco, tanto mi procesador de textos como todos mis textos, antes de WordStar
usaba yo el editor de textos de Sidekick, pero la necesidad de poner negritas,
cursivas y subrayados me hizo pasar al nuevo procesador. Esos dos editores de
texto, me permitían ver e imprimir los documentos aún sin el programa, pues el
texto era transparente y con un simple comando en el monitor monocromático como
“c:>type tarea.txt” o “c:>print tarea.txt to prn” podía prescindir de
software caro. Pero WordStar era muy básico, apareció WordPerfect y permitía
integrar cuadros, líneas, tipos de letras más elegantes, paginación y texto rodeando
imágenes o gráficas y tuvimos que mandar a descansar WordStar. En esos tiempos
para transcribir un libro de estadística, les di capacitación a unas compañeras
estudiantes que hacían servicio social para manejar el sorprendente procesador
de textos Chi-Writer que permitía introducir nuevos caracteres, símbolos
matemáticos y hacer grandes corchetes y paréntesis además de varias líneas para
números quebrados. Luego apareció Word y cuando Microsoft lo integró a su suite
llamada Office, se volvió hegemónico y todos tuvimos que utilizarlo, para
entonces ya no podíamos leer los archivos escritos en Word Perfect, WordStar y
mucho menos Chi-Writer, sólo aquellos escritos en formato plano o sea .TXT.
Imágenes tomadas de http://franciscomeza1.blogspot.mx/p/historia-de-los-procesadores-de-textos.html
Word hizo maravillas, editamos contenidos de libros que se
iban directo a la imprenta digital, pues los cuadros, fotos, imágenes, tablas,
nuevos tipos de letras (fuentes) paginación, etcétera, antes sólo podíamos
hacerlo con software categorizado como Publicador el más utilizado era Ventura
Publisher y otro que daba batalla era Harvard Graphics. El hegemónico Word los
mandó al olvido, de donde los traigo para mencionarlos aquí. Sin embargo cuando
a un documento de Word se le da la instrucción aquella de “c:>type tarea.doc”
sólo se ven caracteres raros, pocas veces podían leerse algunas líneas del
texto original. Así que nuestros documentos tendrían tanta vida como lo
permitía la versión 6.0 de Word. Este súper equipado procesador de textos que
necesitaría espacio equivalente a unos 10,500 discos como en el que llevaba yo
mis tareas del quinto semestre para operar, tiene otra bondad: permite guardar
los documentos con contraseña, así asegura uno la confidencialidad o privacidad
de los escritos, con la advertencia de que una vez perdida la contraseña,
estará perdido también el documento. Esto es similar a que los originales de
los grandes libros de la literatura universal estuvieran en cajas fuertes
inaccesibles porque la llave nunca nos la dejó
Gutemberg. Y en el momento de abrirlos forzando la caja, se dañarían
irremediablemente como dice Dan Brown que pasaría con los documentos que Da
Vinci dejó en tubos de cristal con codificaciones secretas.
Así es como esta amiga perdió todas sus poesías, por no
recordar la contraseña y así es como somos presos de la espiral tecnológica que
nos lleva a comprar las nuevas versiones (la corrección de errores de la
versión anterior), mismas que requieren una mayor memoria y capacidad de
procesamiento de los ordenadores o computadoras. En una frenética y absurda
carrera del consumismo y la obsolescencia programada. Llámenla sin reírse:
progreso.(negritas y subrayado usadas como sarcasmo)
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