Prácticamente este blog inició con una apología a las redes
sociales, defendiéndolas como tecnología
y recomendando que un uso adecuado de las mismas era más beneficioso que
no tenerlas. Myspace, Hi5 y FaceBook, lograron, una de ellas más vigente que
las otras, formar una extensa tarjeta multimedia de presentación, es decir,
armar un periódico mural virtual y un chismógrafo fortalecido, satisfactor al
mismo tiempo de impulsos voyeuristas y desahogo de rasgos exhibicionistas.
Las redes sociales representadas por estas tres ejemplos
(Twitter y WhatsApp tendrán tratamiento aparte) cumplieron suficiente y hasta sobradamente con
su tarea, generado un gran número de divorcios y provocando una cantidad
inmensa de adictos, pasando de un vivir para compartir a un compartir para
vivir (frase que debería enmarcarse como post “no postees para vivir sino vive
para postear”). Las redes sociales lograron incluir sus nombres y terminología
en el diccionario de la Real Academia de Española de la Lengua, lo que quiere
decir que los neologismos o anglicismos ampliamente utilizados, a la
postre forman parte del lenguaje formal.
En el libro setentero llamado el Shock del futuro de Alvin
Toffler, que vaticinaba, no las redes sociales en dispositivos conectados a una
red mundial, pero sí un abrumador impacto de las nuevas tecnologías en el
hombre de la calle (es decir, el ciudadano común y corriente), habla de que los
comercios pasarían de vender objetos, aparatos o bienes, a vender experiencias.
Por ejemplo, ya las aerolíneas no estarían limitadas a vender un traslado en
avión, sino a armar un combo de viaje, transporte, terrestre, hospedaje,
alimentación, entretenimiento y regreso
igual, para nosotros este ejemplo ya es pasado, basta consultar cualquier
paquete de viaje todo incluido y se está adquiriendo una experiencia, una
vivencia en lugar de un servicio o bien. Pero Alvin Toffler lo lanzaba al
futuro cuando no estaba disponible en su
totalidad. Trasladando la idea al boom de las redes sociales, resulta
que ya no es suficiente un muro o biografía donde uno anota un momento cumbre
para compartir, sino que se extiende a registrar casi automáticamente, la
localización geográfica, revisión del sitio visitado, sea de alimentos, de paseo,
cultural o de hospitalización, fúnebre o turístico, no importa, lo que se busca
es la normalización de la ubicación y supuestas sugerencias y comentarios del
sitio.
De manera paralela, hemos pasado de compartir una fotografía
y un breve texto al pie a compartir, audios, videos, videos 360°, y hasta
inventar un nuevo código para expresión de emociones mediante íconos o
dibujitos, llamados precisamente emoticones, los más conocidos y limitantes,
caritas sonrientes y pulgar arriba que expresan aprobación. Se ponen cientos de
emoticones, pero siguen siendo insuficientes para demostrar todas las emociones
humanas. Y es por este tipo de limitaciones que se empiezan a dar rompimientos:
en una sociedad que se precia de libertad de expresión, resulta que dicha libertad
se reduce a un “like” o “share”, aprobar y compartir, tan faltos de significado
que se ha encontrado que los usuarios gustan y comparten sin consultar el
contenido, en un automatismo que sin contenido, también es falto de
significado. Pasamos de ignorar el contenido a admirar la envoltura, y esto
podría ser la victoria de los publicistas, lograr vender a partir de una
primera impresión, pero que conduce en picada a la frustración. La libertad de
expresión se ha vuelto tan superficial, que algunos usuarios de redes
consideran que su lucha por expresarse tiene que ver con quejarse del servicio
recibido en un café o tardanza en una fila para un evento y muchas veces,
quejarse del tránsito vehicular. Esto es similar a pagar 10 veces el valor de
un café sólo porque quien te atiende, lo pone en un vaso desechable decorado y
anota tu nombre, es la paradoja de la personalización como signo de
uniformidad.
Aceptamos sin leer las condiciones de uso de las redes,
porque supuesta mente son gratuitas. Cuando el costo es más valioso que
monetario, pues se trata de nuestro tiempo, de nuestras preferencias, de
otorgar pistas para elaborar patrones de comportamiento y principalmente de
consumo, evaluar productos y servicios, así como compartir lo que se nos pide
compartir, subirse al tren de las tendencias y nadar de muertito sobre los
flujos de información y opinión que a otros interesan.
La evolución que presentan las redes sociales apunta hacia
la personalización a los servicios integrados, a tener como un llave nuestro perfil para recibir
notificaciones específicas de ofertas de productos y servicios, queriendo
conocer cada vez más los hábitos y las facetas de los consumidores, es similar
a que si antes presentábamos una cara, porque la tecnología nos permitía sólo
eso, manejarnos con un solo “nickname”, ahora que mostramos más caras (tómese
la similitud con un cubo), todas deben ser conocidas y dominadas por la red
social, el reto es que si la red social domina cubos, uno no se quede ahí y
seamos un dodecaedro al menos. En mi caso, cada vez que aparece una tendencia
tecnológica integradora, trato de mantener un pie afuera: si una marca
comercial en particular, me ofrece la red social, más el espacio de
almacenamiento en la nube, más compras, más sugerencias, de libros, más
sugerencias de películas, más sugerencias de noticias, más las de música,
etcétera. Lo que busco es no dejar que todas la preferencias las maneje una sola compañía, sino que la
música no tenga que ver con las películas ni los viajes, con los mismos socios
que sugieren la ropa o el esparcimiento, sé que a muchas personas les gusta
oprimir un botón y que un “concierge” virtual, se anticipe a todas sus
peticiones, pero yo prefiero tener más opciones y un perfil menos restringido.
No deberíamos conformarnos con tener todos la misma definición de Wikipedia ni
los mismos resultados de búsqueda de google o de bing, que en el mejor de los
casos te advierten que las búsquedas son patrocinadas y hasta manipuladas.
Las redes tenderán a reducir su número de usuarios cuando
éstos sean capaces entender que eran usuarios y pasaron a ser usados por las
mismas. Cuando la uniformidad y alienación dejen de ser considerados valores
máximos y haya cierta inquietud por libertad de conocimiento, de elección y
éstas no necesariamente sean patrocinadas, estaremos viviendo para compartir un
poco y no viviendo un poco sólo para compartir.
Para el futuro de las redes quedan dos caminos: el de la
sofisticación tecnológica y el de comunicaciones más humanas, sin que esto
último sea retrógrado, en ambos escenarios convergen tanto innovaciones
tecnológicas como interacción, preferencia y facilidad de uso por parte de los
usuarios.
En el primer escenario serán desplazados los teléfonos
móviles, las tabletas, los relojes y anillos inteligentes por un dispositivo que
economizará tanto en su arquitectura como en recursos y cosmética, probablemente
de distribución gratuita, este dispositivo, que seguramente iniciará con la
letra “i” de inteligente, tendrá un tamaño intermedio entre un teléfono móvil y
un llavero o pulsera, de manera muy simple incluirá localización global y dos o
tres botones, no requerirá una pantalla de alta resolución ni millones de
colores, ya que economizará especialmente la energía que lo haga funcionar, hasta
ser autosustentable, que ya sea por movimiento o por iluminación, se recargará
continua e independientemente, los dos botones, serán tan sencillos como para
responder si y no, regresando al origen binario del lenguaje de computadoras,
permitirá enviar y recibir mensajes codificados con alta seguridad y bajo la
tendencia de expresarse con íconos, no requiere un teclado sino un botón para
recorrer los 10 o 16 íconos y otro para seleccionarlo, los fanáticos de dicho
dispositivo manejarán con un solo dedo y sin quitarse la pulsera, la selección
de íconos. Con ellos se podrá hacer una combinación de al menos 256 mensajes
diferentes sin distraer ostentosamente la atención del usuario. Para mensajes
especializados, complejos o que impliquen números y delicados términos técnicos
se cambiará al modo de código Braille y ya con práctica no necesitarán dejar de hacer
aquello en lo que se encuentren ocupados para recibir e interpretar el mensaje,
incluso si desea ponerlo en papel, parecerá que está recibiendo dictado mediante
impulsos sensoriales en la piel del antebrazo.
En el segundo escenario continuará la sofisticación de los
comunicadores móviles, capaces de intercambiar imágenes, videos en 3D y podrán
conectarse a dispositivos similares a las actuales impresoras 3D que reciben
datos pueden generar un objeto, así sea la réplica de una llave, la composición
de un aroma y hasta un sabor. Aunque esto
representa avances robustos en comunicaciones, rapidez de intercambio de datos
y costosa reproducción (impresión) de objetos con colores, aromas, sabores y
quién sabe, hasta fórmulas médicas. Permitirá nuevamente una interacción
persona a persona, mediante desviación de imagen y sonido a pantallas
disponibles o proyecciones en superficies reflejantes, esto no es retrógrado
sino al contrario, la tecnología se especializa para reproducir la interacción
personal aún a la distancia, esto permite un lenguaje coloquial, abierto,
extenso, conversaciones, lenguaje corporal y facial, a diferencia del escenario
anterior donde se busca automatizar y hacer pragmático e inequívoco todo intercambio
de información.
En el primer escenario nadie necesita estar intercambiando
fotografías del café que se va a tomar ni del arcoíris que apareció hace 10
minutos, tampoco chistes en tres viñetas ni imágenes de galaxias con mensajes
motivadores y en el segundo escenario no se tienen que compartir como archivos si
en la interacción será tan natural y en tiempo real que basta girar la cámara
en caso de que no sea esférica para compartir escenas completas, experiencias
compartidas al fin de cuentas. Desaparece entonces la necesidad que dio origen
a las redes sociales que en ese momento estaremos diciéndoles –adiós-.
Imagen tomada de https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiXDZqTGTDR7d8PvDaxho-rNUE_XRteoboQWsYrqkpUkaxB978wbw1HNapgNXvceU2oKjmU_8ozA_MYZ8uRTw1QueYFVTYYvkWYAMar9WMvp3J_jH8geYBzH1SfFAw5fVkk9xkfM6Q2aQw/s1600/a-meta-agora-sao-os-hologramas.jpgbb.jpg
P.D. Siempre que releo a Alvin Toffler, me produce cierta
nostalgia por las expectativas que en el pasado teníamos sobre el futuro, creo
que no pasarán más de cinco años para
que sienta lo mismo por este texto.
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