En alguna revista sobre divulgación científica, recuerdo que
hace muchos años me encontré un escrito de una cuartilla de Isaac Asimov en el que
planteaba cómo medir el tiempo cuando los humanos ya estemos habitando otro
planeta o una estación espacial artificial. No necesariamente podríamos seguir
usando la medición del planeta Tierra, ya que está basado en la duración de su
rotación, lo lógico sería dividir la rotación de nuevo planeta en 24 partes,
pero esto sería útil a menos que tuviera exactamente el mismo tamaño y la misma
velocidad de rotación que el planeta Tierra, lo cual es poco probable. Cuando leí
aquel artículo de Asimov, a quien le tengo todo el respeto casi como a Carl
Sagan y el gusto a sus lecturas como a Ray Bradbury. Principalmente lo que me
parece admirable es escribir sin sujetarse a límites de tiempo y generaciones.
Ese tipo de escritura me parece desapegada del ego y narcisismo del escritor mismo, lo encuentro similar a los constructores de
catedrales, aquellos que inician una actividad a sabiendas que no van a verla
terminada. Los escritores de novelas se concretan en las vivencias de una
generación, quizás con referencias a dos o tres generaciones, de abuelos a
nietos. Pero lo admirable de los escritores de ciencia ficción, es que dan
saltos de 200 años o de 10,000 mil años entre sus narraciones.
Cuando Asimov se planteaba cómo medir el tiempo, yo me
plateaba cómo serían las conversaciones entre humanos que ya no habitan la
tierra, que quizás ya no nacieron en la tierra, que se llamen humanos pero no
terrícolas. Antes de pensar en su conversación, mi pregunta también era, si la
medición del tiempo se volviera obsoleta tratando de ajustarla a la de la
Tierra, ¿se mantendrían las horas y los minutos solo por nostalgia?, así como
la medición del tiempo, ¿tendríamos que reproducir las condiciones de la tierra
en esos nuevos planetas o estaciones espaciales?, las dos respuestas serían NO.
Un planeta que fuera incluso muy similar al planeta Tierra,
no debería tener ciclos de luz y oscuridad, o sea, de amanecer y atardecer
iguales que la Tierra. El ser humano y su capacidad de adaptación, seguramente
sobrevivirían a ajustes en sus propios ciclos circadianos, un jet lag afectaría
a la primera generación, no a las posteriores.
Reproducir las mismas condiciones de la tierra, nos llevaría
a forzar un hábitat, que precisamente se abandonó por obsoleto, por mucho que
hubiera cuestiones sentimentales, el ser humano se estaría adaptando a los
cambios sin mayores problemas.
Como siempre hay dos variantes en las expectativas hacia el
futuro: la optimistas y las catastrofistas, las utópicas y las distópicas, se dice
que en un mundo futuro donde todo está minuciosamente planificado, no sería
posible que algo saliera de control, por otro lado las teorías del caos,
predicen factores de entropía en donde el orden no se mantiene inamovible,
donde existen fallas en el sistema que dan paso a fallas estructurales y
posibles caídas del sistema.
Como encargado de áreas de sistemas he podido comprobar los
dos caminos, el primero es muy aburrido, un sistema computacional que hace exactamente
lo que le pides, se vuelve confiable, predecible y su código es modificable
cada vez que sea necesario replantearlo. Por otro lado están los sistemas con
errores, desbordamientos de memoria y respuestas inesperadas, esos son
increíblemente apasionantes, retantes, darse cuenta que las computadoras
básicamente siguen haciendo lo que por instrucciones se les pidió, pero que
entre las instrucciones puede haber una que se contradice con otra, o una que
se duplica innumerables veces, en lo que se llama un loop, esos que sobre calientan los procesadores y terminan haciendo que se queme.
Un ejemplo: para un congreso llevé en disco una presentación
que contenía imágenes con derechos reservados y para proyectarse necesitaba ser
copiado al disco duro de la computadora conectada al proyector, entonces
elaboré un archivo .bat (un programa de procesamiento por lotes) que al
insertar el disco, se copiaba a una carpeta, iniciaba la presentación y al
terminar ésta, borraba la presentación y para que no fuera recuperable copiaba
una presentación vacía con el mismo archivo y luego la borraba junto con la
carpeta que la contenía. La verdad es que funcionó muy bien, el equipo de
investigación agradeció que la presentación no quedara en otras manos. Sin embargo,
medio año después me pidieron la presentación y no me era posible copiarla, es
decir, se presentaba y se auto-borraba, a mí mismo no me dejaba copiarla, tuve
varias lecciones con esa experiencia, una de ellas, es que no puedes dejar
programas sin documentar, es decir, sin que se sepa qué hacen al interior.
En otra ocasión, en un equipo servidor de red compartido,
para cuestiones administrativas, no debería almacenar datos que no fueran
propios de su función principal, yo conocía a los administradores del servidor
y continuamente ocupan espacio que no debía con videos, música, o video juegos.
Compartíamos la capacidad del servidor,
pero no las carpetas, para eliminar la práctica de almacenar información
que no debían, les empecé a mandar reportes de espacio insuficiente en disco
duro, entonces irremediablemente tenían que borrar sus programas de entretenimiento,
como esto ocurría consuetudinariamente, elaboré otro programa .bat, que en esencia
hacía lo que una plaga de lirio en un lago, se reproducía a sí mismo y
duplicaba el espacio que ocupaba en disco duro, así que obligaba a que borraran
sus programas indebidos y enseguida ocupaba el espacio que quedaba libre, el
programa se replicó tantas veces como podía y cuando ya se había liberado el
espacio, el propio programa se eliminaba, como un globo que se desinfla.
Estos programas funcionan siempre y cuando las condiciones
sean normales, el hardware esté funcionando óptimamente, porque si se apagara a
media ejecución, se puede quedar mucha información basura ocupando espacio sin
utilidad alguna y tener que deshacer manualmente los cambios, en caso de que se
tenga claro cuáles fueron.
En conclusión, hasta en el ambiente más planeado, puede
haber fallos, factores de entropía y hasta mutaciones.
Asimov no se complicaba, tenía la capacidad de ver con
normalidad las circunstancias de un futuro posible, decía que cuando los
humanos habitáramos otros planetas o plataformas espaciales, la medición del
tiempo no serían tan importante, a menos que fuera para el lanzamiento de la
alguna nave, o algún evento en que se necesite presencia de dos o más personas,
y para eso podría dividirse el ciclo (día) en 100 o en 1,000 partes, y así
quedarse de ver a las 422 o a las 973 y si fuera menester mayor precisión, pues
dividir el ciclo en 10,000 partes, así la llegada de una nave podría
programarse a las 7,531, por ejemplo.
imagen tomada de: https://previews.123rf.com/images/mikhailleonov/mikhailleonov1710/mikhailleonov171000009/89027656-futuristic-modern-white-clock-watch-abstract-fractal-surreal-double-spiral-watch-clock-unusual-abstr.jpg
Finalmente la medición del tiempo es una convención, una
salida que hemos encontramos para ponernos de acuerdo.
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