En un día medianamente soleado,
se observa a Stratus plácidamente levitando en su calidez y convivencia con las
personas que allá abajo tienen la seguridad de una translúcida sombra y
agradable brisa, Stratus que a ratos se roza con Cumulonimbus y emanan juntos
una brisa y llovizna refrescante, sigue su paso veloz como trotamundos, a
sabiendas que se evapora en cualquier momento.
Estilizada Cirrus con su estética
y filo, de forma más estacionaria, observa desde una altura mayor el ir y venir
de Stratus, Cumulonimbus y su vecino Stratocumulos, anhela la calidez de esa
familia y su desapego en lo que a ella le parece una fugaz y por mucho,
insignificante existencia. Revalora su altura, solidez y frialdad, su filiación
con Cirrostratus y Cirrocumulos, que han estado desde tiempos inmemoriales en
su cercanía, le proveen sombra, le evitan vientos que alteren su figura, porque
Cirrus sin esas formas filosas y álgidas, podría parecer cualquier otra nube,
nubarrón, niebla y si se moviera de más, neblina.
A Cirrus le divierte ver tanto movimiento
de Stratus, sus transformaciones, sus incansables traslados, su limitada
vanidad de observar la propia sombra recorrer las hectáreas de árboles y
pastizales y su aparente imposibilidad de transformarse al menos en Altostratus
o Altocumulus. Currus rie cuando Stratus se esfuerza y consigue a lo mucho una llovizna
refrescante. Cirrocumulus le llama la atención y le recuerda que ha sido
llamada a ocupar ese privilegiado nivel de atmósfera y a reservarse para sus
propias tormentas, dejar de observar a Stratus y poner su vista en
Cirrostratos, similar a ella.
Imagen tomada de http://he.bcdn.biz/Images/2014/2/27/0e47ed91-70ac-4465-9b38-bf0b7a1a88bc.jpg
Pero con los cambios climatológicos,
Cirrus invita a Stratus, le pide que se acerque, le ofrece ella misma descender
un par de niveles y reunirse, lo logran ante los rayos y centellas de
Cirrocumulus y se decide arriesgarse al contacto con Stratus, llenarse de su
alegría, de su movimiento, motivación y errático andar, de cómo puede haber
gozo en tanto caos. Se dan tormentas y agitaciones, pero como si fuera montaña
rusa, Cirrus se enlaza a Stratus. Disfruta de su compañía y se propone no estar
lejos, disfrutar de lo mejor de ambos polos. Stratus acepta y experiementa las
más memorables tormentas.
Un día Cirrus, acorde a su naturaleza,
vuelve junto a Cirrocumulus y mira a Stratus pasar de translucido a
transparente, alcanza a decirle que en realidad lo eligió para generar nuevas
nubes y éstas ya se formaron, las tormentas ligeras y soleadas ya no le atraen.
Cuenta la leyenda que así nacieron los Altocumulus y Altostratus. Por su parte
Cirrus afila sus heladas rachas y se instala en lo más congelante de la
atmósfera, mientras Stratus llueve, pasea, se le ve en alguna playa, en bajas
montañas, en claros de selvas y en bosques de coníferas, mira su reflejo en
lagunas y compite con recorridos de ríos, rocía plantíos y alimenta cascadas,
juega a formar arcoíris y reta al sol con efímeros halos. Decide no voltear más
a donde se agrupan Cirrus y Cirrocumulus aunque cada tormenta eléctrica le
traiga flashbacks.
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