viernes, 26 de mayo de 2017

De nubes, tormentas y despedidas

En un día medianamente soleado, se observa a Stratus plácidamente levitando en su calidez y convivencia con las personas que allá abajo tienen la seguridad de una translúcida sombra y agradable brisa, Stratus que a ratos se roza con Cumulonimbus y emanan juntos una brisa y llovizna refrescante, sigue su paso veloz como trotamundos, a sabiendas que se evapora en cualquier momento.

Estilizada Cirrus con su estética y filo, de forma más estacionaria, observa desde una altura mayor el ir y venir de Stratus, Cumulonimbus y su vecino Stratocumulos, anhela la calidez de esa familia y su desapego en lo que a ella le parece una fugaz y por mucho, insignificante existencia. Revalora su altura, solidez y frialdad, su filiación con Cirrostratus y Cirrocumulos, que han estado desde tiempos inmemoriales en su cercanía, le proveen sombra, le evitan vientos que alteren su figura, porque Cirrus sin esas formas filosas y álgidas, podría parecer cualquier otra nube, nubarrón, niebla y si se moviera de más, neblina.

A Cirrus le divierte ver tanto movimiento de Stratus, sus transformaciones, sus incansables traslados, su limitada vanidad de observar la propia sombra recorrer las hectáreas de árboles y pastizales y su aparente imposibilidad de transformarse al menos en Altostratus o Altocumulus. Currus rie cuando Stratus se esfuerza y consigue a lo mucho una llovizna refrescante. Cirrocumulus le llama la atención y le recuerda que ha sido llamada a ocupar ese privilegiado nivel de atmósfera y a reservarse para sus propias tormentas, dejar de observar a Stratus y poner su vista en Cirrostratos, similar a ella.

Imagen tomada de http://he.bcdn.biz/Images/2014/2/27/0e47ed91-70ac-4465-9b38-bf0b7a1a88bc.jpg


Pero con los cambios climatológicos, Cirrus invita a Stratus, le pide que se acerque, le ofrece ella misma descender un par de niveles y reunirse, lo logran ante los rayos y centellas de Cirrocumulus y se decide arriesgarse al contacto con Stratus, llenarse de su alegría, de su movimiento, motivación y errático andar, de cómo puede haber gozo en tanto caos. Se dan tormentas y agitaciones, pero como si fuera montaña rusa, Cirrus se enlaza a Stratus. Disfruta de su compañía y se propone no estar lejos, disfrutar de lo mejor de ambos polos. Stratus acepta y experiementa las más memorables tormentas.

Un día Cirrus, acorde a su naturaleza, vuelve junto a Cirrocumulus y mira a Stratus pasar de translucido a transparente, alcanza a decirle que en realidad lo eligió para generar nuevas nubes y éstas ya se formaron, las tormentas ligeras y soleadas ya no le atraen. Cuenta la leyenda que así nacieron los Altocumulus y Altostratus. Por su parte Cirrus afila sus heladas rachas y se instala en lo más congelante de la atmósfera, mientras Stratus llueve, pasea, se le ve en alguna playa, en bajas montañas, en claros de selvas y en bosques de coníferas, mira su reflejo en lagunas y compite con recorridos de ríos, rocía plantíos y alimenta cascadas, juega a formar arcoíris y reta al sol con efímeros halos. Decide no voltear más a donde se agrupan Cirrus y Cirrocumulus aunque cada tormenta eléctrica le traiga flashbacks.




 Imagen tomada de: https://ichef-1.bbci.co.uk/news/624/cpsprodpb/3EF8/production/_95302161_cloud_guide_624-ws-spanish.png


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