El lenguaje de máquina o lenguaje de computación utiliza
desde su origen electrónico, el sistema binario, aquel en el que solo existen
ceros y unos, cuando explicaba yo esto a los alumnos de introducción a la
computación, era muy sencillo: los humanos usamos el sistema decimal porque nos
ha sido fácil contar con 10 elementos (dedos de las manos) y cada que se cumple
ese ciclo aumentar una cifra, de forma tal que todo número al infinito, se
compone de ciclos de 10, así las computadoras al contar sólo con encendido y
apagado, sus número se representan por cero y uno, uno y cero, 01, 10, 11, 100,
110, 111, 1000, etcétera. Esos ceros y unos son llamados bits y se agrupan de
ocho en ocho para formar bytes y si llegan al millón son megabytes, luego
gigabytes y terabytes. Si esto no parece suficientemente sorprendente, lo
sorprendente es aquello que hemos logrado hacer mediante la combinación de
ceros y unos, hemos formado, cifras, letras, palabras, párrafos, fórmulas,
cálculos, gráficas, imágenes, animaciones, sonidos, videos, videos
tridimensionales, sonidos binaurales, ambientes de realidad virtual,
experiencias multimedia y multisentidos, pero todo se origina en cómo hemos
combinado esos ceros y unos que es el lenguaje básico que operan los
procesadores centrales de las computadoras u ordenadores.
Un escéptico podrá decir que no existe esa realidad virtual
que sólo son ceros y unos y que no existen las imágenes, audios, simulaciones,
que todo son ceros y unos, en parte tendría razón.
Un escéptico fuera del ámbito de la computación podrá decir
lo mismo sobre sueños, fantasías, religión, creencias, leyendas, fenómenos
paranormales, alucinaciones, poesía, música y pintura. Todo puede reducirse a
interconexiones eléctricas y procesos químicos entre células denominadas
neuronas y que lo que alcanzamos a percibir y recordar no es realidad, sino un
fragmento de código lanzado por un emisor y captado por un receptor. De hecho
existe toda una teoría conspiracionista que sostiene que aquello que vemos como
realidad es una simulación digital, sus adeptos dicen que lo pueden probar
aunque pronto se hará visible al entendimiento de todas las personas.
Lo que yo sé es que tenemos la capacidad de elegir y que
podemos seleccionar un conjunto de sonidos y silencios o llamarle música,
podemos creer que un arreglo de palabras comunes en sentido figurado, sólo son
letras organizadas en párrafos de cuatro líneas que riman o llamarle poesía y
que unos colores fijados a un lienzo tienen un código pantone o representan una
imagen capaz de producir sentimientos diferentes en diferentes espectadores.
Alguna vez compartí una imagen de las nubes y le llamé arpa
celestial, una amiga extrañada me decía que no veía el arpa solamente las nubes
con unas rayas por la sombra que otras nubes producían, pero otra amiga dijo: yo
me quedo con tu arpa Jesús. Nuestra percepción e interpretación también está
matizada por nuestra voluntad. En otro momento publiqué una imagen de la luna
llena y anoté “de niño sospechaba que la luna me seguía al caminar, hoy lo
confirmo” y un amigo en una reunión al saludarnos, dijo ahí viene el que cree
que la luna lo persigue.
También sé que la vida sería muy aburrida en caso de que
nuestra realidad sea una simulación virtual y más aburrida si nos encontramos
con su código escrito en sistema binario, si ello llegara a ser cierto, de
todos modos elegiré verlos como algo más divertido, a colores, con movimiento,
danzando, organizados en tonos para escuchar beeps como musicales y
transformados en palabras que rimen al final o en prosas que estimulen la
imaginación o secuencias de imagen que cuenten historias y si todo cayera al
final, comprimir sus restos para convertirlos en escultura.
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