miércoles, 30 de octubre de 2013

Ideas Utópicas para mejorar la experiencia en el Servicio de Salud Pública.



Luego de pasar algunas noches y partes del día en espera de que un familiar mejore de salud y sea dado de alta y luego de escuchar, intuir y sentir historias de una sala de espera, considero que un tema tan delicado ya debería incluir innovaciones de otras áreas de servicios y productos que mejoren la prestación del servicio médico, con todo respeto y sin invadir la profesión de los Médicos, aquí algunas propuestas:

Urgencias:
Bajo los criterios de que una urgencia pone en riesgo la vida de las personas o alguno de sus órganos vitales, el área de urgencias debe tener un servicio  para que sean atendidas en, digamos, máximo 15 minutos y ante la llegada de un número mayor de pacientes activar una alarma de contactar médicos previamente registrados que puedan acudir a atender la incidencia en esa hora pico y los cuales obtendrían un bono por cada urgencia atendida o canalizada, dicho bono debería ser suficientemente competitivo cual pago de una consulta privada, después de todo ¿qué precio podría compensar una urgencia no atendida?, es decir, un órgano dañado o una vida en riesgo. Si esta práctica parece difícil de implementar, habrá que preguntar a los banquetes por ejemplo, que ante un evento de mayor asistencia, se arman de meseros y baristas para atender la demanda, aunque saben que por no estar previamente avisados sus honorarios serán mas altos.


El área de urgencias (al menos en salud publica) tiene otras carencias o áreas de oportunidad y esos son los auxiliares de diagnostico, que no solo son los rayos "X", una tarea muy sensible es la información a los familiares del paciente, quienes quisieran escuchar y cuestionar directamente al médico especialista, al no poder hacerlo, la ansiedad y el estrés se suman y a veces sobrepasan a los que provocó el propio evento. Una idea sencilla, de amplio alcance y hasta económica pero que respete la información privada seria la tecnología del verificador de precios del supermercado: los familiares del paciente recibirían un código de barras y podrían pasarlo tantas veces como desean en el lector, cuya pantalla presentaría la información más reciente sobre el paciente, un formulario abreviado que diga la misma información que daría una recepcionista infatigable, hora de ingreso, pre-diagnóstico, tratamiento, posible canalización a otras áreas de hospitalización y hora de actualización de la información. La pérdida de calidez compensaría la ansiedad que la incertidumbre genera.

Ombudsman móvil:
Y no se trata de que la CONAMED (Comisión Nacional de Arbitraje Médico)  ponga un módulo para iniciar procedimiento de quejas, sino de un módulo de orientación, al menos unas cuatro horas del día  donde los pacientes y familiares puedan ser orientados sobre sus derechos y la normatividad que también les da responsabilidades. Antes de que un paciente o familiar estalle en ira porque considera que el trato no es el adecuado o que los médicos y personal de enfermería no están cumpliendo con lo que ellos consideran su derecho. Sino que exista un mediador, que aporte información y evite distraer de su importante labor a los médicos en discusiones con fundamento o no,  dado el caso, conducirlos hacia las áreas de quejas. No implicaría un costo adicional, existen miles de preparatorianos y estudiantes o pasantes de diferente carreras, cuya experiencia formativa también les ayudaría a cumplir el requisito de servicio social, para graduarse. Algunas prácticas similares hoy se dan por ejemplo en centros comerciales y mercados donde la PROFECO (Procuraduría Federal del Consumidor)  tiene módulos de atención y orientación. En los llamados tianguis de autos, se cuenta con módulo de información judicial sobre los posibles antecedentes de un vehículo usado. Ministerios Públicos y Módulos de Derechos humanos en estaciones del sistema de transporte colectivo. 

Medicina interna:
En este nivel los procedimientos se encuentran mas evolucionados y el manejo de los pacientes no está a expensas de las oleadas caóticas de gente que ocurren en urgencias.

La sugerencia tiene que ver con los tiempos perdidos que llegan tener los familiares de los pacientes y ellos mismos, se trata de una experiencia educativa desaprovechada, imaginemos a mitad del pasillo un kiosco con pantalla táctil donde el familiar tiene que revisar durante unos 10 minutos los "si" y los "no" qué artículos introducir, qué no introducir, en qué se puede ayudar y cómo al paciente, en qué casos llamar a la estación de enfermeras y en qué casos no, conocer los horarios de alimentos y de visitas según aplique.
Pero ese mismo kiosco de pantalla táctil (conste que es una tecnología que ya lleva décadas entre nosotros, no es una nueva que implique costos de introducción y evaluación al usuario) debería funcionar como base de datos de principales padecimientos, su tratamiento y especial énfasis en su prevención. Esta experiencia educativa haría más fácil la comunicación con el médico, pero también pondría su grano de arena en la medicina preventiva, pues los familiares de alguna manera pueden compartir predisposición genética para los padecimientos de su paciente. Es una inversión a futuro.
¿Es cara o inviable la tecnología del kiosco? Y si se ponen materiales impresos al alcance de los familiares y pacientes? La respuesta seguramente tendrá que ver con que serian vistos como souvenir y sería imposible mantener la existencia de los mismos. Pero se ha visto en museos como se pone a manera de revistero unos tabloides rígidos, de cierto grosor y tamaño superior a una hoja tamaño carta, que se consultan y se vuelven a dejar en su lugar, si de todos modos son sustraídos, un cable de acero o una delgada cadena puede asegurar su permanencia.

Estancias cortas para familiares.
Nos hemos acostumbrado a que el paisaje en las salas de espera es un desorden de personas con cobija y almohada improvisadas donde se ven obligados a dormitar y hasta pernoctar en espera de noticias de su familiar, lo lamentable es encontrarse menores de edad que igual que todos se exponen a infecciones nosocomiales. Está visto que estos riesgos no se abaten reforzando la vigilancia para el acceso. Una opción es ofrecer un espacio, con un costo de recuperación obviamente para descansar, dormir la siesta y hasta con un comedor económico que compita con los puestos de comida callejeros. Una práctica parecida, actualmente se observa en centros comerciales donde existen sillones de masajes en los que  el usuario se sienta unos minutos, deposita una moneda y recibe un masaje motorizado, pero relajante. Imaginemos una área del hospital donde se deposita una moneda y se despega de la pared un reposet, que al cabo de cierto tiempo, avisa y se retrae para un siguiente usuario u otro pago de turno. Si nuestros hospitales han cedido espacios para cadenas comerciales expendedoras de café y de bebidas gaseosas, porque no disponer también de espacios para descanso (pagado y con ciertas reglas) así como otros  para expender alimentos sanos a costo inferior que los de los vendedores ambulantes que no garantizan higiene y además invaden espacios exteriores de una edificación de alta seguridad como son las unidades médicas. Parece costoso, pero seguramente cuando ya no se permitan las máquinas expendedoras de refrescos gasificados, los particulares invertirán en esos nuevos nichos. El resultado inmediato serán personas sin riesgos de contagio y a mediano plazo, población más sana.

Este texto fue escrito desde una sala de espera mediante un Smartphone.