Luego de pasar
algunas noches y partes del día en espera de que un familiar mejore de salud y
sea dado de alta y luego de escuchar, intuir y sentir historias de una sala de
espera, considero que un tema tan delicado ya debería incluir innovaciones de
otras áreas de servicios y productos que mejoren la prestación del servicio médico,
con todo respeto y sin invadir la profesión de los Médicos, aquí algunas
propuestas:
Urgencias:
Bajo los criterios de
que una urgencia pone en riesgo la vida de las personas o alguno de sus órganos
vitales, el área de urgencias debe tener un servicio para que sean atendidas en, digamos, máximo 15
minutos y ante la llegada de un número mayor de pacientes activar una alarma de
contactar médicos previamente registrados que puedan acudir a atender la
incidencia en esa hora pico y los cuales obtendrían un bono por cada urgencia
atendida o canalizada, dicho bono debería ser suficientemente competitivo cual
pago de una consulta privada, después de todo ¿qué precio podría compensar una
urgencia no atendida?, es decir, un órgano dañado o una vida en riesgo. Si esta
práctica parece difícil de implementar, habrá que preguntar a los banquetes por
ejemplo, que ante un evento de mayor asistencia, se arman de meseros y baristas
para atender la demanda, aunque saben que por no estar previamente avisados sus
honorarios serán mas altos.
El área de urgencias (al menos
en salud publica) tiene otras carencias o áreas de oportunidad y esos son los
auxiliares de diagnostico, que no solo son los rayos "X", una tarea muy sensible
es la información a los familiares del paciente, quienes quisieran escuchar y
cuestionar directamente al médico especialista, al no poder hacerlo, la
ansiedad y el estrés se suman y a veces sobrepasan a los que provocó el propio
evento. Una idea sencilla, de amplio alcance y hasta económica pero que respete
la información privada seria la tecnología del verificador de precios del
supermercado: los familiares del paciente recibirían un código de barras y podrían
pasarlo tantas veces como desean en el lector, cuya pantalla presentaría la información
más reciente sobre el paciente, un formulario abreviado que diga la misma información
que daría una recepcionista infatigable, hora de ingreso, pre-diagnóstico,
tratamiento, posible canalización a otras áreas de hospitalización y hora de actualización
de la información. La pérdida de calidez compensaría la ansiedad que la
incertidumbre genera.
Ombudsman móvil:
Y no se trata de que
la CONAMED (Comisión Nacional de Arbitraje Médico) ponga un módulo para iniciar procedimiento de quejas, sino de un módulo
de orientación, al menos unas cuatro horas del día donde los pacientes y
familiares puedan ser orientados sobre sus derechos y la normatividad que también
les da responsabilidades. Antes de que un paciente o familiar estalle en ira
porque considera que el trato no es el adecuado o que los médicos y personal de
enfermería no están cumpliendo con lo que ellos consideran su derecho. Sino que exista
un mediador, que aporte información y evite distraer de su importante labor a
los médicos en discusiones con fundamento o no,
dado el caso, conducirlos hacia las áreas de quejas. No implicaría un
costo adicional, existen miles de preparatorianos y estudiantes o pasantes de
diferente carreras, cuya experiencia formativa también les ayudaría a cumplir
el requisito de servicio social, para graduarse. Algunas prácticas similares
hoy se dan por ejemplo en centros comerciales y mercados donde la PROFECO (Procuraduría Federal del Consumidor) tiene
módulos de atención y orientación. En los llamados tianguis de autos, se cuenta
con módulo de información judicial sobre los posibles antecedentes de un vehículo usado. Ministerios Públicos y Módulos de Derechos humanos en estaciones del sistema de transporte
colectivo.
Medicina interna:
En este nivel los
procedimientos se encuentran mas evolucionados y el manejo de los pacientes no está a
expensas de las oleadas caóticas de gente que ocurren en urgencias.
La sugerencia tiene
que ver con los tiempos perdidos que llegan tener los familiares de los
pacientes y ellos mismos, se trata de una experiencia educativa desaprovechada,
imaginemos a mitad del pasillo un kiosco con pantalla táctil donde el familiar tiene
que revisar durante unos 10 minutos los "si" y los "no" qué artículos introducir, qué no introducir, en qué se puede ayudar y cómo al paciente, en
qué casos llamar a la estación de enfermeras y en qué casos no, conocer los
horarios de alimentos y de visitas según aplique.
Pero ese mismo kiosco
de pantalla táctil (conste que es una tecnología que ya lleva décadas entre
nosotros, no es una nueva que implique costos de introducción y evaluación al
usuario) debería funcionar como base de datos de principales padecimientos, su
tratamiento y especial énfasis en su prevención. Esta experiencia educativa haría
más fácil la comunicación con el médico, pero también pondría su grano de arena
en la medicina preventiva, pues los familiares de alguna manera pueden compartir predisposición
genética para los padecimientos de su paciente. Es una inversión a futuro.
¿Es cara o inviable la tecnología del kiosco? Y si se ponen materiales impresos al alcance de los familiares y pacientes? La respuesta seguramente tendrá que ver con que serian vistos como souvenir y sería imposible mantener la existencia de los mismos. Pero se ha visto en museos como se pone a manera de revistero unos tabloides rígidos, de cierto grosor y tamaño superior a una hoja tamaño carta, que se consultan y se vuelven a dejar en su lugar, si de todos modos son sustraídos, un cable de acero o una delgada cadena puede asegurar su permanencia.
¿Es cara o inviable la tecnología del kiosco? Y si se ponen materiales impresos al alcance de los familiares y pacientes? La respuesta seguramente tendrá que ver con que serian vistos como souvenir y sería imposible mantener la existencia de los mismos. Pero se ha visto en museos como se pone a manera de revistero unos tabloides rígidos, de cierto grosor y tamaño superior a una hoja tamaño carta, que se consultan y se vuelven a dejar en su lugar, si de todos modos son sustraídos, un cable de acero o una delgada cadena puede asegurar su permanencia.
Estancias cortas para
familiares.
Nos hemos
acostumbrado a que el paisaje en las salas de espera es un desorden de personas
con cobija y almohada improvisadas donde se ven obligados a dormitar y hasta
pernoctar en espera de noticias de su familiar, lo lamentable es encontrarse
menores de edad que igual que todos se exponen a infecciones nosocomiales. Está
visto que estos riesgos no se abaten reforzando la vigilancia para el acceso.
Una opción es ofrecer un espacio, con un costo de recuperación obviamente para
descansar, dormir la siesta y hasta con un comedor económico que compita con
los puestos de comida callejeros. Una práctica parecida, actualmente se observa
en centros comerciales donde existen sillones de masajes en los que el usuario se sienta unos minutos, deposita
una moneda y recibe un masaje motorizado, pero relajante. Imaginemos una área
del hospital donde se deposita una moneda y se despega de la pared un reposet,
que al cabo de cierto tiempo, avisa y se retrae para un siguiente usuario u
otro pago de turno. Si nuestros hospitales han cedido espacios para cadenas
comerciales expendedoras de café y de bebidas gaseosas, porque no disponer también
de espacios para descanso (pagado y con ciertas reglas) así como otros para expender alimentos sanos a costo inferior
que los de los vendedores ambulantes que no garantizan higiene y además invaden espacios exteriores de una edificación de alta seguridad como
son las unidades médicas. Parece costoso, pero seguramente cuando ya no se
permitan las máquinas expendedoras de refrescos gasificados, los particulares invertirán
en esos nuevos nichos. El resultado inmediato serán personas sin riesgos de
contagio y a mediano plazo, población más sana.
Este texto fue escrito desde una sala de espera mediante un Smartphone.
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