viernes, 26 de diciembre de 2014

El talismán de la felicidad

Es mi blog y me tomo la libertad de escribir de lo que quiera, sin comité científico como cuando mandaba trabajos a congresos ni contralores y auditores como cuando elaboro informes y reportes de gestión. Eso me hace feliz, pero no es el talismán.

El talismán de la felicidad, existe para cada una de las personas y seguramente es diferente, en el año 1993 una marca de automóviles anunció su regreso a México, yo que estaba por dejar mi viejo spirit RT turbo, planeaba adquirir nuevo vehículo “de agencia”, ese es el plus del lujo que la clase media en este país puede darse (o se daba hace 10 años), no fue como ir  a la agencia y salir manejando, el proceso duró como dos meses, el spirit ya me lo habían pagado, pero el trato era que lo entregaría semanas después, ya tenía lo del enganche y el banco me había insistido cada bimestre que me quería como cliente en el segmento de créditos para automóvil, así que más que ir a solicitar el crédito fui a darles el sí.

El vehículo, para ser de agencia, no podía ser cualquier sedán aburrido, aunque tampoco podía ser un deportivo lujoso, busqué y busqué y la marca que ese año regresaba a México, tenía página en italiano y en portugués, pues los modelos que entrarían al mercado nacional, venían de sus fábricas en Brasil, su páginas de internet ya incluían el paseo 360°, es decir, uno buscaba el modelo y se podía girar en todos los ángulos para conocer su diseño por fuera y todos los rincones por dentro, lo recorrí varias veces, la apliqué todos los colores disponibles y elegí el que mejor le hacía resaltar los detalles contrastantes, no había versión automática, así que luego de 10 años regresaba a conducir transmisión manual. Ya dije que no podía ser aburrido, entonces revisé todos los videos que explicaban cómo transformar los asientos traseros en piso para ampliar el área de carga, cómo activar, desactivar la bolsa de aire, cómo subir y bajar el asiento del conductor, cómo retirar la llanta de refacción y volver a dejarla en su compartimiento mimetizado, cómo programar el estéreo, el reloj, el ecualizador y cómo dejarlo optimizado para hacer más agradable agradable y segura la conducción, en fin, todos esos detalles harían un comercial del vehículo y no es el fin de mi blog, es más no diré ni la marca. El día de la entrega llegó y me dijeron que no había el color que había pedido, pero que me podían entregar uno parecido, les dije que un color parecido, es exactamente un color diferente, no lo quise, si ya tanto lo había esperado, el color debería ser el elegido también. Tres semanas después (habiendo entregado ya el spirit a su nuevo dueño), me hablaron para citarme a recibir mi auto, a las 19:00 horas, al parecer la hora tenía que ver con que revisarlo no fuera tardado, lo revisé en cinco minutos, (lo había recorrido decenas de veces en la simulación virtual), puse un CD de música italiana para que combinara con la marca y firmé de recibido, me dijeron que los vehículos nuevos se entregan así sin gasolina, que había suficiente para llegar a cuatro cuadras de ahí a llenar el tanque, el encargado de la gasolinera me confirmó que todos los autos nuevos que salen de esa agencia apenas llegan para su primera carga. A esas horas la ciudad tenía tránsito muy pesado y el nuevo coche de transmisión manual se me apagó varias veces por impericia, recibió su primer golpecillo por el coche de atrás que no pudo frenar y al fin, llegué a casa, a subir a poner la sillita de bebés y subir a los hijos a pasearlos aunque ya era noche.

Me dije, “este coche tan esperado y tan bien recibido, deberá dejar fuera todo malestar y conflicto, así cada vez que cierre por dentro la puerta, me tengo que recordar que es algo que me hace feliz”, cualquiera verá este decreto como lo más materialista del mundo superficial, pero esa declaración convirtió al coche en el talismán de la felicidad, cuando me subí después de que me hicieran enojar, me calmaba, cuando tenía que regresar muy noche por una extensa y tensa jornada de trabajo, me relajaba, cuando regresaba de llevar a los hijos al médico, subirse al coche era tranquilidad, cuando regresé en él después de servicio funerario de mi Madre, aún con llanto, me tranquilizó saber que ella estaba en un lugar mejor, cuando fuimos a la playa, cuando visitamos familiares de Puebla, cuando estuvimos frecuentando más Cuernavaca, cuando el regreso de Valle de Bravo, nos inundaron las mariposas monarca, cuando teníamos que subir los vidrios para ver los tigres en libertad, cuando fueron imprescindibles las luces de niebla en las Cumbres de Maltrata, cuando el aire acondicionado era vital en Acapulco, cuando por trabajo manejé a Guadalajara y regresé en la noche, cuando mi hijo ya no siendo bebé, llenó el coche de sus compañeros de secundaria y de música que casi reventaba las bocinas, cuando la situación económica, me permitió terminar el crédito en menos de la mitad del tiempo, cuando todas esas y más cosas pasaron, la declaración inicial ahí estuvo, me hacía feliz.


El talismán no fue más que un vehículo, literalmente, pero también fue el vehículo para que ahí sucedieran las cosas que acercan a la felicidad, no era algo mágico, simplemente se depositó en él el decreto a manera de recordatorio, nunca tuvo poderes sobrenaturales ni mayores afectos como objeto, sino como recordatorio, eso es un talismán, puede ser un reloj de mano, una piedra preciosa, un cuarzo, una flor seca dentro de un libro, una moneda con una muesca que la hace diferente, o una figura perfectamente estudiada como pirámide para “atraer” energía o alejar alguna mala vibra, no creo que tenga que ser ojo de venado ni pata de conejo, pero no sobra.

El coche cumplió en perfectas condiciones sus nueve años (luego de este periodo en la Ciudad de México, los vehículos dejar de circular un día, y luego dos, en caso de contingencia ambiental hasta tres por semana), antes de ponerlo a la venta se acercaron interesados que no pidieron siquiera hacerle un prueba de manejo, me dijeron que verme llegar en él todos esos años era garantía suficiente, dejó de circular su primer miércoles y el viernes siguiente ya estaba entregado a su nuevo dueño.






lunes, 22 de diciembre de 2014

Cambiar Paradigmas

“Me gusta andar, pero no sigo el camino, lo seguro ya no tiene misterio…” (No soy de aquí ni soy de allá, versión de Alberto Cortez)


Los paradigmas son esos esquemas de pensamiento que sin que necesariamente sepamos de dónde vienen, menos nos preguntamos para dónde van, pero estructuran y modelan muchas de las conductas y elecciones diarias, no serán una camisa de fuerza, pero sí un camino cual cintas amarillas de policía que “no se deben” cruzar.

No tenemos exactamente a quién culpar ni a quién felicitar por haber traído al mundo a ese esquema de pensamiento, alimentarlo y procurar su crecimiento, difusión y perpetuidad. Se recrean de una forma viral, se instalan y echan raíz, así como los grandes árboles, entre más tiempo se les deja más profundas son sus raíces y más complicada su remoción.

Y ¿por qué su remoción?, porque los paradigmas luego de cumplir su función de alineación, uniformidad y principios de convivencia, pasan a ser lastres que impiden creativamente buscar alternativas.

Existen conductas que ya nadie se atreve a cuestionar y que se prefiere un camino, rito o “procedimiento” que asegure el resultado mínimo, sin riesgos.
Un ejemplo es la fila, esa alineación de personas que en espera de algo, consideran la cúspide de organización, ponerse uno detrás del otro, en orden de llegada, como una forma de respeto al que llegó antes que uno mismo. Cierta vez que di un curso a un gran número de personas en un auditorio, al término del mismo tenía que entregar constancias de asistencia a cada uno, organicé a las personas que me acompañaban para que en cuatro sitios recibieran a una fila de personas de acuerdo a sus apellidos de la A a la G, de la H a la L, de la M a la T y de la U a la Z, prácticamente se repartían equitativamente entre las filas. Así el asistente al curso llegaba y decía su apellido, se buscaba su constancia y se le entregaba, no podía ser más ágil. Pero resulta que en una de las filas, una de las personas que me apoyaba, caminó hacia la fila, decía el apellido y le entregaba en mano la constancia, más tardé en decirle que no pusiera el desorden, que ella en terminar de entregar las constancias, mientras las otras tres filas, continuaban en su ordenada lentitud. Romper ese paradigma, le permitió eficientar el proceso, obteniendo los mismos resultados, sin riesgo alguno.
Y esto es lo que se busca al romper paradigmas, obtener los mismos o mejores resultados, sin correr riesgos innecesarios.

Algunas veces, las personas creen que ser creativo, romper paradigmas y encontrar alternativas al trabajo rutinario tiene que ver con romper las reglas, esto no es así, la línea entre la creatividad y delincuencia sería tan fina que se podría confundir, en todo caso, lo que se busca es no atarse a reglas no escritas, ataduras autoinventadas o generalizaciones, fronteras imaginarias. Recuerdo una imagen que se volvió viral en redes sociales mostraba de forma patética esto: un caballo atado a una silla de plástico, no había manera de que lo detuviera, pero la percepción del animal era que estaba atado a algo sólido y como aprendió que eso lo inmovilizaba, no podía despegarse más de ese condicionamiento, afortunadamente hay una brecha que nos separa de los caballos porque no quiero pensar lo que hubiera sido de la historia de la humanidad, si los caballos tuvieran la capacidad y voluntad de romper paradigmas.



Romper paradigmas y moral, la salida fácil del corrupto, es llamar “moral a un árbol que da moras” y negar la existencia del juicio entre el bien y el mal, la conciencia del bien común y el respeto a los demás, su pensamiento, creencias y conductas. Romper paradigmas no es pasar sobre los demás, no es legítimo obtener un derecho o beneficio arrebatándoselo a un semejante, tiene que ver más con la intención de abrir un camino por el que otros han de transitar. Sucedió una vez que regresaba yo a media noche por carretera a la ciudad que para llegar a pagar la caseta de peaje había una fila de varias decenas de camiones de carga y se alcanzaba que de un solo carril estaba dando el servicio de los dos existentes, en lugar de hacer fila, conduje hasta el carril que estaba cerrado, con el fin de preguntar la razón de que no estaba operando, pensé que si lo pensaban abrir en una media hora, sería lo mismo que haberme formado detrás de todos aquellos vehículos, cuando llegué al carril, pregunté cuánto tiempo faltaba para que iniciara el servicio, y la encargada, guardando los recipientes de su “almuerzo”, recibió la instrucción de alguien más que le reiteró que ya tenía que abrir, en cuanto pagué y pasé la caseta de cobro, la fila se reacomodó y detrás de mí empezó a fluir la fila que estaba detenida. Así lo que pudiera haber parecido un abuso de quien se salta la fila, al fin de cuentas sirvió para agilizar el paso de lo que no se atrevieron a preguntar.
Trabajar en el gobierno y hablar de romper paradigmas puede ser visto como profesar una religión y no seguir sus dogmas. Los procesos burocráticos, la división del trabajo y los manuales específicos a seguir tienen en la mayoría de los casos mucho sentido, pongo un par de ejemplos:
Atraparon a sobrecargos de una línea aérea de México cuando llevaban dos maletas llenas de cocaína a España, al seguir su camino, se encontró que el punto donde los trabajadores se convierten en delincuentes, fue en la revisión de equipaje en su ingreso a la sala de espera, el manual de los guardias de seguridad dice que deben pasar TODOS los equipajes de mano por el túnel de rayos X y revisarlos, al ser personas conocidas y favorecidas para evitar retrasos de vuelos, se les eximió (fuera del manual) de hacerles revisión. (9 de diciembre de 2010, http://www.eluniversal.com.mx/notas/729143.html)
Accidente del Metrobús, deja un número considerable de heridos, la investigación arrojó que el conductor, de acuerdo al manual y a la instrucción recibida, tratándose de un vehículo automático, se debe poner la palanca de velocidad en P (park) antes de abrir las puertas y permitir entrada y salida de pasajeros, a este conductor le pareció fácil, frenar y no cambiar la palanca de velocidades dejándola en D (drive), considerando la potencia de arranque del metrobús para movilizar hasta 200 pasajeros, el menor descuido, hizo que se moviera con las puertas abiertas y con los pasajeros a la mitad de camino, ahí todos los heridos.  Más que un cambio de paradigma, se trata de faltas o desprecio a instrucciones vitales. (18 de abril de 2011, http://www.jornada.unam.mx/2011/04/18/capital/031n1cap )
El accidente en el tren de Santiago de Compostela en España, cuyo manual dice que en las curvas el tren debe ir a menos de 80 kms. por hora y se encuentra después que el conductor estaba inclusive tuiteando o presumiendo por radio que en la curva superaba su récord anterior y ahora la cruzaba a 190 kms. por hora, fue un criminal desdén a las reglas.  (julio del 2013, http://www.elmundo.es/elmundo/2013/07/25/espana/1374740051.html).
Sirvan estos tres trágicos ejemplos para ilustrar los peligros de romper paradigmas sin detenerse a pensar en el bien común.

¿Entonces desde la administración pública, cómo pueden romperse paradigmas?
En primer lugar, perdiendo amigos, que por cierto no es lo mismo que ganar enemigos, saber que en cada punto del proceso se encuentran intereses más que creados, enquistados y entendiendo que el solo anuncio de cambios genera exacerbadas resistencias, llevarlo a cabo o materializarlo materializa también improperios y amenazas. Romper paradigmas se puede llevar a un nivel menor y saber que los cambios terminarán de implantarse en el mediano y hasta lago plazo. Haber estado en un área de innovación y de informática, (después llamada Tecnologías de la Información), me permitió tener experiencias, exitosas algunas y otras no tanto de cambios paradigmáticos y va brevemente una descripción de un ejemplo de cada una.
En segundo lugar, hay que entender que los caminos para el cambio, existen y habrá que ponerse a estudiar manuales de organización, de funcionamiento y especialmente el portal por el que se debe cruzar, casi como orificio de aguja que es la “mejora regulatoria”, llámese como se llame, habrá que estudiar sus reglas y requisitos para someter a reducción de trámites los diferentes procesos. Como dice un estimado Ingeniero, asíduo lector de este blog por cierto, “la burocracia, avanza, es noble, lento pero avanza” (Mekler, 2006).
Ejemplo
Se tenía una problemática, hace muchos años en un almacén de materiales y herramientas, sobre la merma y falta de control de entrantes y salientes, el almacenista contaba con un pequeño archivero con tarjetitas en el que registraba los tornillos y desarmadores que entregaba y sumaba los que eran entregados, lo llamaba el kárdex y era como su libretita infantil de ahorros, con su puño y letra anotaba y estaba lleno de corrector blanco por todas las veces que lo tenía que corregir. Se hizo levantamiento de información, se capturó todo el inventario, es decir, ya se sabía exactamente cada uno de los artículos que dentro del almacén tendrían movimiento, el sistema era muy sencillo, un manejador de base de datos con posibilidad de emitir reportes diarios, semanales, mensuales, etcétera. Cuando le presentaba yo la versión beta, veía reducir su entusiasmo, siempre había apostado a que su kárdex era insustituible. Finalmente aceptó el sistema, se instaló su terminal, se le entregó un efectivo manual del usuario y lo tuvo a prueba las dos primeras semanas, luego de ir funcionando sin errores, me llamó para preguntarme, cómo se haría el corte de año, es decir, donde se reinicia la historia de movimientos y los saldos se convierten en lo existente. Le mostré en el menú la opción, corte anual, la probamos y no le gustó. Me dijo que no aceptaría un corte anual de un teclazo porque tradicionalmente el corte anual se hace cerrando quince días el almacén y le pagan horas extras a todos sus muchachos por quedarse a contar todas las existencias, que mi sistema no era conveniente. Pocos años después el almacén desapareció y lo único que perduró algunos años más fue el kárdex histórico con sus plastas de corrector en los renglones.
Ejemplo menos deprimente:

En el área de obra pública es complicado implantar cambios, especialmente si nacen como apoyo a la transparencia en el uso de los recursos públicos, sin embargo, luego de varios intentos, mi área logró implementar un sistema que basado en internet, (ya no en redes locales que nadie revisa), muestra al público en general una ficha de los datos principales de los trabajos de obra: dónde se realiza, qué empresa ganó la licitación, qué monto implica, a quienes beneficia, cuándo inicia, cuándo termina y cómo se comporta su avance, incluye una foto acorde a los avances reportados y una gráfica de cómo avanzan por un lado los trabajos y por el otro el pago realizado. Transparentar uno de los procesos que más normados se encuentran y que más sospechas levantan ha sido una lucha interna de casi seis años, cada ciclo por cierto, se escuchan voces como la del almacenista aquél pidiendo que deje de operar, pero como dije también antes, debe conocerse el camino normativo y de mejora regulatoria para robustecer los alfileres que lo sostienen. Ha significado, hacerle cientos de cambios a las nuevas versiones del software, llevar casi de la mano a los encargados de subir la información, dar incontables sesiones de capacitación y entregar manuales de operación casi como volantes masivos, resolver dudas y más dudas y atender a reducción de alcances cíclicamente, ser el villano dentro del área porque parece que quiero hacer que los encargados de la captura trabajen de más o exhibir las rutas críticas que toman los proyectos constructivos. A pesar de todo, el sistema tan adelgazado y modificado se ha mantenido en línea más de un lustro, (tres administraciones gubernamentales), se le ha dado cierta difusión, se ha colgado de la página principal institucional, se ha reconocido su utilidad, funciona como base para algunos tableros automatizados de información. En fin, casi siete años le han servido para sensibilizar sobre su uso y ventajas ante una sociedad que cada vez cuestiona más, solicita cuentas claras y exige información casi en tiempo real. Se termina este año con la petición de un organismo directivo de hacerlo extensivo a nivel nacional, así que superado el paso del tiempo, da un paso a su uso más extendido, el paradigma que se rompió es que era aceptado por todos que nunca un reporte de obra era certero, quienes llevan los trabajos de construcción llevan unas cifras, quienes tramitan los pagos, llevan otras y al encontrar diferencias entre una y otra área, se justificaba que la obra cambia en periodos muy cortos, así que no era posible tener una visión única. Durante seis años ya se demostró que sí, y ahora se va a nivel nacional (http://obras.issste.gob.mx/cosodi/). No son inmediatos, pero en la administración pública, si es posible cambiar paradigmas.

martes, 2 de diciembre de 2014

Decembrino / Navideño


Y en asuntos de menor relevancia y parafraseando a Silvio Rodríguez, “…soy feliz y quiero que me perdonen por este día los muertos de mi felicidad…”, así como a Mafalda “deberían hacer un monumento a aquellos escritores que desperdician su talento en un “mi mamá me mima”, luego de anticiparme dos críticas, ahora sí, dedico este espacio a hacer una apología de lo decembrino, versus lo navideño.
Dejando por un momento de lado, el aspecto religioso, el término navideño se ha llevado de mano en mano y de boca en boca con fines tan comerciales que en algún momento resultan ofensivos, especialmente por su desconexión con el origen de natalicio y previo adviento. Si uno cierra los ojos y piensa en la palabra Navideño, las imágenes que vienen son plásticas, es nieve artificial saliendo de una lata de spray, de un pino de plástico, al que se cuelgan todo tipo de adornos, vistosos coloridos y luminosos. Aparece la imagen del Santo de la barba blanca y vestimenta roja con blanco y renos, muchos renos y ese transporte que en nuestro país no sería útil en ninguno de sus climas: el trineo. Además viene el abrumador bombardeo de los centros comerciales que apenas habiendo pasado el 16 de septiembre y en casos tardíos el 2 de noviembre, se saturan de “lo navideño” adornos rojos, verdes, plateados, nevados, renos y más renos, cancioncitas y muchas lucecitas.
Cerrar los ojos y pensar en la palabra “decembrino” por lo menos a mí, me habla de muchas más cosas, el principal festejo de la principal religión, pero además la sensación de término de ciclo o nuevo giro de la espiral interminable (http://jesusorduna.blogspot.mx/2014/10/cerrar-ciclos-o-recorrer-la-eterna.html) vacaciones, descanso, cambio de estación, en este hemisferio, de más que quejarse de frío, es recibir con alivio el aire que se va llevando los bochornos del verano y parte del otoño, es retomar gradualmente la ropa abrigadora y retomar actividades y convivencia bajo techo, lo decembrino es degustar en abundancia los platillos que con frutas de la temporada (ricas en vitamina C) y explosión de sabores, dado que son más elaborados y mejor condimentados a fuego lento (puesto que han empezado las vacaciones), nos lleva a recuperar gustosamente un poco de peso, así como los osos cuyo metabolismo se fortalece para soportar las bajas temperaturas. Decembrino tiene que ver con lo que llamamos “bajar la cortina”, es decir, cerrar el negocio, la oficina, la escuela y reencontrarnos, volver a ver a las personas que sólo frecuentamos en diciembre y que se ponen en modo “decembrino”, frío en el aire, calidez en el alma.
Prefiero lo decembrino a lo navideño.