lunes, 8 de abril de 2019

Nostalgia al revés: Botellita de Jerez




“Guarda mi corazón, ahí te lo encargo, sabes que luego luego iré por él. 
No permitas que el amor se nos escape, ponlo a trabajar. 
Dale chance no le ahorres el trabajo, ejercítalo.”
Botellita de Jerez

La semana pasada se cerró un ciclo cultural, musical, rebelde, irreverente: Desaparece la banda de Rock Mexicano Botellita de Jerez, una disculpa por encasillarlos en “rock mexicano”, su género musical era más amplio, casi, un género aparte.

El ciclo que se cierra, se abrió hace algunas décadas, en la segunda mitad de los años 80’s cuando alguno de mis hermanos llevó a casa un casete de Botellita de Jerez, siendo nosotros, cinco adolescentes compitiendo por ser la oveja negra, nos atrajo el modo particular que tenían de hacer música, burlarse de lo establecido, parodiar lo existente, hacer crítica social, mirar hacia la cultura del mexicano de a pié, del peladito de la calle, del  albur y lo pícaro, descubrir que la letra encriptaba albures y dobles sentidos, que hacían una fusión irreverente de estilos musicales, admirando su ingenio y lo desenfadado de su forma de comunicar, de poner a pensar con humor. Con pocas referencias a esa cultura que primero nace como alternativa, es decir, no era para la hora familiar de Siempre En Domingo y ni para escucharse en la radio comercial, aquella radio como 97.7 fm,  que en su momento censuró una canción de los Hombres G, que en España se atrevían a cantar “sufre mamón, devuélveme a mi chica”, no podían programar “Pinche Malinche, lo Cortés no quita lo Cuauhtémoc”. Así que Botellita de Jerez tenía que ser escuchada así como el disco del TRI "Hecho en México", reunido con amigos malhablados , así como Rockdrigo González, con apertura para escuchar al profeta del nopal, con la irreverencia para atreverse a decir lo que los papás nos dijeron siempre que calláramos.





Botellita de Jerez, cuyo nombre de la banda, es el principio de la frase “botellita de jerez, todo lo que digas será al revés” frase aplicada a aquél que te decía una grosería, insulto o te sometía con un albur, esa frase setentera, te daba entre inmunidad e invulnerabilidad, similar a “carcacha, carcacha, lo que digas se te retacha” o a la defensa más pueril de levantar el dedo índice y decir “rebota aquí y se va pa´ti”. Desconozco cuál es la explicación oficial para el nombre de la banda, pero no hay mucho más que rebuscar por ahí.

No es esta la biografía de Botellita de Jerez, por si se me escapan datos trascendentales, para eso debe haber sitios dedicados a la música alternativa, al rock mexicano y al Guacarrock. Ese es el anecdotario de lo que escuchaba el adolescente que fue quien esto escribe. La banda que siempre estuvo fuera de lugar. Es triste decirlo, pero salvo pocos momentos cumbre, los Botellos siempre estuvieron fuera de lugar, sacaron en 1984 una propuesta cargada de humor descomponiendo y componiendo palabras y frases tal como se hacía en los años 70’s, allá donde el joven pasaba de decir “no hay bronca” a “no hay bronquitis” y dejarlo en “no hay tos”. Esa mitad de los años 80’s donde se estrechó y casi disolvió la brecha entre la “chaviza” y la “momiza”, previo a la aparición de los “Chavorrucos” y el fin de la música separada por generaciones.

Botellita de Jerez, había entrado por la puerta grande del rock alternativo, pero exploró la puerta chica del pop oficial y tomó la salida prematura de la cumbia y el rap. De irse consolidando para una banda de culto en la contracultura, apareció en telenovelas comerciales y quedó en un “yo soy de aquí, no soy de allá, tu ni de acá ni de allá, ni pichas, ni cachas, ni dejas batear, te caerá la maldición del buen dios Tezcatlipunk…..”





Yo conocí en vivo por lo menos en dos ocasiones a la banda, una vez en el centro de Coyoacán, donde cantaban la cumbia de “Abuelita de Batman” y aquella de “cuando apenas era un jovencito”, quise quedarme a escucharlos más, pero la novia fresa de ese momento, con cara de “¿Cómo crees que vamos a quedarnos a escuchar eso?”, siguió caminando por su helado a la Siberia. Sin darme oportunidad ni de preguntar “¿Ton´s qué mi reina?”. Esa cumbia de “Abuelita de Batman” la había llevado yo en un casete en un viaje a la playa con amigos, un viaje de una semana que nos quedábamos en la casa de la familia de uno de ellos, hacíamos fiesta o juego de cartas casi todos los días, y yo puse tantas veces  el casete de “Abuelita de Batman”, que empezó a gustar, semanas después, mi amigo me dijo que le pedían copiar el casete y que ya la ponían en las fiestas del pueblo.  Esa promoción que le hice a los Botellos compensa todas las copias piratas que se hayan obtenido de mi casete comprado en la Discolandia del Metro Insurgentes.

En sus fueras de lugar, Botellita de Jerez pasó por la denostación de sus seguidores cuando los vieron cantando cumbia y metiendo rap, eso se le permitía a Caifanes con la Negra Tomasa pero no a los Guacarrockers, hoy todos cantan con los Ángeles Azules, pero no en el momento que lo inició Botellita de Jerez.

La banda nos hizo cuestionar con humor el Malinchismo, los anglicismos con el pegajoso “Oh Dennys no la hagas de toks en wings”, la soledad con “Todos tienen tortita menos yo”, la nota roja con “Alármala de tos”, el reconocimiento al Santo el enmascarado de Plata, con la irreverente paráfrasis a Bertolt Brecht: 

“Hay hombres que luchan un día y son buenos.
Hay otros que luchan un año y son mejores. 
Hay quienes luchan muchos años, y son muy buenos. 
Pero los hay que luchan toda la vida: esos son los imprescindibles.
 todos los domingos, esos son los chidos.”

Y en mi caso cada vez que discuto con mi enciclopédico hijo sobre los hipotéticos enfrentamientos de los superhéroes de Marvel o DC Comics, le canto la estrofa de esa misma canción del Santo: “Batman y Superman, superhéroes de historieta, nunca subieron al ring, le sacatearon al parche, el Santo sí era la neta”.

Tuvo la Banda, luego su etapa Pop, menos irreverente más artística, más cuidada, de esa etapa yo tomé la canción “niña de mis ojos” y la puse en un video en youtube, donde sólo se ven mis pupilas (https://youtu.be/tM3WyJjxW80)

“Niña, niña de mis ojos

que voy a hacer para cambiar todo a mi alrededor / todo a mi alrededor

Niña,  quítame los ojos

para no ver lo que no tiene solución / lo que no tiene solución.




La banda y su guacarrock, así como el guacamole, se oscurecían, parecía que había que desecharla y luego se rehacía para reverdecer más que nunca, sus bajadas y subidas, su sequía y sus etapas más exitosas, eran una constante. Los fans dejamos atrás esas etapas de rebeldía irreverencia, albur y crítica social, pero los Botellos nunca decepcionaron, escribían libros, hacían películas, videoclips, aparecían en la televisión ahora como ícono de la nostalgia por aquella contracultura.




La segunda vez que los vi fue en el Multiforo Tlalpan, en un concierto en el que retomaban sus raíces, presentándose en un escenario llano, sin escenografía y con sus casi cuatro instrumentos, guitarra, bajo, batería, teclado y el inservible caracol para cantar Tlalocman. (Aquí la parte del show es que tratan de hacer sonido prehispánico con un caracol y por más que le soplen, el sonido no se reproduce, así que destapan una cerveza, se la toman frente al público y al soplar la botella el sonido es magnífico). Invité a todos mis hermanos, pero ninguno me acompañó, Botellita de Jerez ya era como un fósil viviente y además entre compromisos familiares y cuidado de bebés, ninguno pudo ir, a eso se refiere exactamente lo que dice Tlalocman: “De día muy temprano tengo que checar, de noche, me transformo en el Tlalocman, me sobran superpoderes también me sobra virilidad… pero mi suegra me quiso regañar, por haragán…”. Así que por ahí del año 2010, estuve coreando todas las canciones que me hacían reír  un cuarto de siglo antes. Creí que no vería a Sergio Arau, porque se había vuelto toda una celebridad después de dirigir la película “Un día sin mexicanos”, pero ahí estuvo, rindiendo homenaje a la banda, con sus pantalones punk combinados con platería de Charro, Ahí estuvo Armando Vega Gil el Cucurrucucú con sus canas como de abuelo y sus premios de literatura a cuestas. Estuvo El Mastuerzo con ese look doble: de frente decías ahí viene el calvo y de atrás decías ahí va ese greñudo. No cantaron cumbia ni rap, eso ya lo habían prometido antes, pero sí sus versiones a obras de Rockdrigo González y de Jaime López.

La separación de la banda se anunció a principios de abril de 2019, luego de que se suicidara Armando Vega Gil, el Cucurrucucú. Sin comentarios, apologías ni condenas a esa forma de quitarse la vida, queda su aportación contracultural, su divertida forma de cuestionar lo establecido, la mirada despectiva a lo comercial y la nostalgia a nuestra adolescencia que no fue ni rockera, punk, pop, rapera ni de cumbias, sino de una fusión de rechazo a todo lo anterior, un género aparte.

¿Ya dije quién de mis cuatro hermanos varones ganó la competencia por ser la oveja negra?