Normalmente tengo que repetir dos veces esta pregunta o de
plano, ponerme a explicarla con calma. Encierra toda una reflexión
generacional, sobre los adultos de ayer y los de hoy. Esta pregunta se la he
hecho a personas contemporáneas que tienen una edad ente los 42-47 años, que
generalmente ya son padres también, aunque de no serlo, tienen experiencias
cercanas como la der ser tíos (“Si Dios no te manda hijos, el diablo te manda
sobrinos”, le dijeron a una muy querida amiga).
Vayamos al punto: conocer a tus padres no quiere decir que
como naciste y ya estaban ahí, los conoces desde siempre, me refiero a aquel
proceso que comúnmente llamado uso de razón, habla de capacidades mejor desarrolladas
en el niño, tanto el habla, la memoria y el juicio. Es entonces que uno conoce
a sus padres. Y ha coincidido que conocimos a nuestros padres cuando andaban en
los treintas, desde 31 0 32 hasta 38-39. Y los recordamos como aquellos adultos, hechos
y derechos que llevaban mucho tiempo en un trabajo, que proveían todo lo
necesario para un hogar, que ya no eran unos jovencitos, pues ya fuera
simplemente correr o dominar un juguete, nuestras habilidades infantiles eran muy
superiores, sin embargo, representaban al mismo tiempo una fortaleza, fuerza,
estatura, resistencia y hasta capacidad de mantenerse despiertos hasta tarde que era la
envidia de todo infante. Asunto más importante aún, era la sabiduría y la
autoridad, así como la congruencia, pues duda que consultáramos, o nos la
resolvían o nos ordenaban no andar preguntando precocidades. (Ví algún post que decía “Le voy a preguntar a
mi Mamá por el amor de mi vida, al fin que ella encuentra todo”).
Cuando se le
inquiere a un niño sobre las nociones del tiempo, éste dice que crece cada año,
a veces cada mes nota sus cambios, se sabe otra persona al pasar de 4° a 5° de
la escuela primaria, pero sobre sus padres, lo único que sabe es que ya no
crecen, es decir, el tiempo ya no pasa por ellos, son sempiternos, cuando inició
el mundo ya estaban y cuando nos vayamos, ahí estarán, más aún, ya estaban con
la cana o arruga que demuestra su edad; y se visten exactamente como se vestían
hace muchos años, ser Padre o Madre es concebido como un rol a desempeñar más duradero que las personas. Una vez un niño
preguntó “¿Mami, antes de que tu nacieras quién era nuestra Mamá?
Esos padres descritos hoy son abuelos y bisabuelos, en el
mejor de los casos o entrañables recuerdos, lo cual los eleva de sabios a
santos.
Pero. ¿Y la generación siguiente?, ¿los que ahora somos padres o tíos a
nuestros cuarenta y tantos de edad?, resulta que a diferencia, ni somos reconocidos
como adultos hechos y derechos, ya no tenemos muchos años en el mismo trabajo, ahora resulta se valora más la movilidad que
la antigüedad en los mismos, ya no es suficiente el ingreso de una sola
persona para proveer completo a un hogar, esta generación de padres se sigue creyendo
que están jovencitos, y ésta es quizás la mayor diferencia con la generación
anterior, pues creemos que seguimos corriendo como cuando jóvenes, que nuestras
habilidad siguen intactas, y al contrario de la anterior, esta generación de
padres, no representa fortaleza, fuerza, y escasamente congruencia. Aunque cada
caso sea diferente, el número de divorcios se ha elevado, consecuentemente el
número de parejas y familias reconstituidas, eso no está mal, es un derecho que
hoy se ejerce y que antes no era frecuente ni aceptable. El problema es que hay
una generación de padres con hijos adolescentes que parece que están en la
misma etapa, conquistando, enamorando, haciendo citas, interminables citas,
frecuentando hasta los mismos lugares para divertirse y aplaudiendo a las
mismas bandas en conciertos. Créanme que los hijos no lo ven como un agradable acoplamiento
ni como una disminución de la brecha generacional.
Y a tí ¿a qué edad te conocieron tus hijos?
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