Estadísticas
Penitenciarias
En el año de 1990, se realizó el
primer censo nacional penitenciario, encargado por la Secretaría de
Gobernación, a través de su área de Prevención y Readaptación Social. Yo era
estudiante y por las tardes coadyuvé para el análisis estadístico y la
representación gráfica de los resultados. El sistema carcelario ya era una
bomba de tiempo y 22 años después parece que lo sigue siendo, pero con una
mecha cada vez más corta. La semana pasada los hechos que llevaron a la pérdida
de vidas de por lo menos 44 internos y la fuga de 30 peligrosos delincuentes en
Apodaca Nuevo León lo confirman, en la cobertura noticiosa (http://www.eluniversal.com.mx/notas/831754.html
por ejemplo) lo que se dice es que la complicidad de custodios facilitó la fuga
y las muertes tuvieron que ver con el desorden y hacinamiento de dicho centro
de readaptación. Hacinamiento, corrupción, escasa vigilancia, insuficiente
personal, colusión de custodios, tráfico al interior, autogobiernos,
insuficiente rehabilitación y atención de reos, escuelas de delincuencia en
lugar de centros de readaptación social del reo. ¿Es algo nuevo?.
Aquí algunos datos de aquel
primer censo nacional penitenciario, del cual no cuento con los datos
originales, solo con algunos cuadros estadísticos que de ninguna forma
constituyen violación a la protección de datos personales ni información
confidencial o reservada.
En el levantamiento de
información del año 1990, se contaba con una población de 93,348 internos, de
los cuales 89,690 eran hombres y 3,658 mujeres. Las Entidades con mayor
población penitenciaria eran el Distrito Federal con 10,529, Jalisco con 7,992,
Veracruz con 6,609, Estado de México con 6,357 y Tamaulipas con 5,787. La
colonia penal federal Islas Marías contaba con 2,266 reos.
Contextualizando habrá que decir
que estaba en construcción el Penal de Alta Seguridad de Almoloya de Juárez
denominado posteriormente como La Palma, y el otro célebre Puente Grande en
Jalisco no obstante el total de Centros penitenciarios en el País era de 425, compuesto
por 164 cárceles municipales, 79 distritales y 8 regionales; 24 reclusorios
preventivos, 3 femeniles y 128 regionales. Los Ceresos (Centros de Readaptación
Social) sumaban 115, más tres femeniles. El número de penitenciarias era de
seis y una colonia penal llamada Islas Marías.
Habiendo 93,343 Internos, la
capacidad total del sistema penitenciario en el País era solamente de 72,329
esto quiere decir que ya en ese entonces sólo se contaba con un 77.5% de la
capacidad requerida, o lo que es igual a que no había recursos, espacio,
servicios, y consecuentemente sin posibilidades de readaptar socialmente al
22.5% de los internos en el País. Dato particular: el Estado de Nuevo León
contaba con 3,010 reos a pesar de que su capacidad era sólo 2,868, no parece
alarmante una sobrepoblación del 104.9%, comparada con la de todo el País, particularizando aún más, resulta que en el
CERESO de Apodaca que no tenía más de dos años construido su población era de
530 internos dentro de unas instalaciones para 1,536, es decir, su ocupación
estaba sólo al 34.5%, habría que buscar más datos para explicar la
sobrepoblación posterior.
Infraestructura para la
readaptación social
En el año que se hizo el
levantamiento de información las áreas con que se contaba a nivel nacional en
los 425 centros eran las siguientes: Talleres laborales 126, Aulas educativas
132, bibliotecas 107, Auditorios 28, gimnasios 29 y canchas 173. En cuanto a
áreas de visita, se registraron 91 locutorios, 91 áreas de visita familiar, 182
de visita íntima. De las Áreas Médicas, se registraron 122 enfermerías, 57 de
hospitalización y cinco quirófanos. Sólo dos áreas interiores para preliberados
y 10 áreas exteriores. Tomando en cuenta el total de internos, pueden hacerse
las siguientes inferencias:
Existe un taller laboral por cada
598 internos, una aula para cada 707, una biblioteca para cada 872, un gimnasio
para cada 3,218, un área de visita íntima por cada 512 reos, una enfermería
para cada 848, un quirófano para cada 18,669 y un área exterior para
preliberados por cada 9,344.
Personal que labora en los centros
penitenciarios
Va un registro cuantitativo: para
1990 laboraban en todo el País 12,613 personas, de las cuales 8,564 eran de
seguridad, 847 en áreas médicas, 927 en áreas técnicas y 1,415 administrativos,
281 jurídicos y 579 directivos, sí para 423 centros penitenciarios, existían
579 directivos, había centros como el de Apodaca que contaban con cinco
directivos y muchas cárceles distritales sin médicos, ni personal de seguridad,
Apodaca contaba con igual número de directivos que las Islas Marías o que todo
el estado de Quintana Roo. Pero una persona de seguridad para cada 11 reos a
nivel general, esto no quiere decir que este índice se mantuviera estable para
todo el País.
Del personal técnico 138 son de
área educativa, 273 de Psicología y 509 de trabajo social, de modo que en
términos fríos cada educador tendría que atender a 676 internos y cada
Psicólogo a 341 reos. El personal de criminología estaba compuesto por 60
personas de estas 17 en el D.F., 19 en Jalisco, 5 en Veracruz, cuatro en
Apodaca y 1 en Islas Marías, Entidades Federativas como Tlaxcala, Yucatán y
Zacatecas no cuentan con personal de Criminología.
Los Servicios Médicos presentaron
los siguientes números: Total nacional de camas: 432, esto es, prácticamente
una cama por cada uno de los 423 centros penitenciarios, sin embargo tan sólo
el D.F. concentraba 128 camas. El personal se contabilizó de la siguiente
forma: 13 médicos internos, 163 externos y 275 pertenecientes al centro
penitenciario, odontólogos solamente uno interno, 62 externos y 75 de los
centros penitenciarios. Enfermeros 278, auxiliares 171 y Psiquiatras 40.
Y si los datos anteriores hablan
de infraestructura y servicios, pasemos a los datos de los internos: sólo
53,048 internos participaban en actividades productivas, de los cuales 9,857
realizaban labores para la institución, otros 11,604 manufacturas, 30,600
artesanías, 767 actividades agrícolas y 220 crianza de animales.
El apoyo educativo se daba
gracias a 141 maestros de los centros, 552 de otras instituciones y 752 que
fungían como asesores internos. Casos como el Distrito Federal contaban sólo
con 27 maestros del propio centro. Si se
retoma el dato de que el D.F. contaba
con 10,529 internos, a cada uno de esos profesores le tocaría dar clases a 390
reos.
En este orden de ideas, el nivel
de estudios se presenta de la siguiente forma: 11,212 analfabetas, 2,663 saben
leer y escribir, 28,221 con primaria incompleta, 19,080 primaria, 10,543
secundaria incompleta. 9,150 secundaria, 1,519 carrera técnica, 3,436
bachillerato incompleto, 2,445 bachillerato, 1,913 licenciatura incompleta, 1,
344 licenciatura, 53 posgrado, y 1,768 sin datos. En un rápido análisis con la
variable género, se nota que la proporción de las mujeres analfabetas es
superior que la de los hombres, pero así como la escolaridad de primaria
incompleta se eleva en reos hombres, la escolaridad de las mujeres es más
pareja entre las que tienen carrera técnica, bachillerato incompleto y
bachillerato. Esta comparación ente géneros será materia de otro análisis.
Ya conociendo el nivel educativo
de los reos, la siguiente estadística muestra su participación en programas
escolares: alfabetización 4,103, Primaria 10,649, secundaria 5,687, carrera
técnica 842 y bachillerato 917. El último año habían obtenido certificado
6,340, casi 4,000 de primaria y 2,000 de secundaria.
Sin afán de relacionar nivel
educativo ni género con la autoría de los delitos, se encontró que en hombres
el 70% fueron autores tanto intelectuales como materiales, 10% materiales y
0.65 sólo intelectuales, en mujeres el 68% fueron autores intelectuales y
materiales, pero 16% sólo materiales, y 1.48% intelectuales, es decir, las
mujeres incurren más en autoría material que los hombres, delitos que ellas no
planearon, pero ejecutaron.
Los grupos de delitos más
frecuentes eran en primer lugar contra el patrimonio de las personas, segundo
contra la salud, tercero contra la vida, cuarto sexuales y quinto contra la seguridad
pública, cabe mencionar que para efectos de preliberación, se excluía a los
delincuentes asesinos y narcotraficantes, es decir, aquellos presos por delitos
contra la vida y contra la salud. En estos dos grupos de delitos se hallaban
46,966 reos, estos no pueden reducir su pena ni con buena conducta, la pregunta
entonces sería ¿cómo motivar su readaptación y reinserción a la sociedad cuando
es probable que no les alcance la esperanza de vida para volver a la libertad? o
¿intentar a como dé lugar un vía alterna/corrupta para evadirse?. Yo no tengo
las respuestas.
Y ¿cómo funciona la readaptación?
Si el 79.1% de los hombres internos y el 89.0% de las mujeres son
primodelincuentes, es decir, se encuentran presos por un primer delito. De los
hombres el 10.2% son reincidentes, las mujeres el 4.1%, y como si fuera un “exitosa”
carrera, un 4.0% de los hombres son multireincidentes, igual que el 1.4% de las
mujeres, es decir, aquellos que más de dos veces han sido devueltos a la sociedad
por cumplir su condena y recapturados por volver a cometer delitos. Al menos
para el 30% de los hombres y el 20% de las mujeres el modelo de readaptación
social no estaba funcionando.
Cómo se espera que se dé la
readaptación si sólo 42,290 de los reos hombres y 1,398 de las internas
cometieron en solitario el delito, 36,993 hombres y 1,876 mujeres fueron
coacusados (los restantes se encontraron en la categoría sin datos para esta
variable), esto quiere decir que en caso de ser liberado para su reinserción a
la sociedad, casi la mitad de los reos se reencontrarán con quienes fueron sus
cómplices o por lo menos a las mismas circunstancias que los llevaron a cometer
el delito.
Finalmente el dato porque se dice
que este censo no se publicó hace 20 años: de los 93,343 internos, 37,820 se
encontraban en la categoría de sentenciados, los restantes 37,820 en calidad de
procesados, es decir, aquellos que están esperando que un juez atienda su caso,
no pesa pena alguna sobre ellos, pero llevan tiempo privados de la libertad, un
caso hipotético, pero posible, podría ser aquel campesino que comete un robo
menor, como acusado es puesto tras las rejas y ahí permanece un par de años
esperando que un juez le dicte sentencia, que probablemente no ascenderá ni a
un mes de prisión.
Todos los datos anteriores
reflejan lo que sucedía hace dos décadas en el tema de readaptación social, la
tarea importante de prevención, definitivamente brilla por su ausencia, los
datos ahí están, si alguien desea los cuadros estadísticos para inferencias por
género, por edad, por entidad federativa, deje un comentario en este blog.
Igualmente los comentarios serán
bienvenidos, las conclusiones y lecciones son muchas más de las que dejo aquí
entrever.
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