“Me gusta andar, pero no sigo el camino, lo seguro ya no tiene misterio…”
(No soy de aquí ni soy de allá, versión de Alberto Cortez)
Los paradigmas son esos esquemas de pensamiento que sin que
necesariamente sepamos de dónde vienen, menos nos preguntamos para dónde van,
pero estructuran y modelan muchas de las conductas y elecciones diarias, no
serán una camisa de fuerza, pero sí un camino cual cintas amarillas de policía
que “no se deben” cruzar.
No tenemos exactamente a quién culpar ni a quién felicitar
por haber traído al mundo a ese esquema de pensamiento, alimentarlo y procurar
su crecimiento, difusión y perpetuidad. Se recrean de una forma viral, se
instalan y echan raíz, así como los grandes árboles, entre más tiempo se les
deja más profundas son sus raíces y más complicada su remoción.
Y ¿por qué su remoción?, porque los paradigmas luego de
cumplir su función de alineación, uniformidad y principios de convivencia,
pasan a ser lastres que impiden creativamente buscar alternativas.
Existen conductas que ya nadie se atreve a cuestionar y que
se prefiere un camino, rito o “procedimiento” que asegure el resultado mínimo,
sin riesgos.
Un ejemplo es la fila, esa alineación de personas que en
espera de algo, consideran la cúspide de organización, ponerse uno detrás del
otro, en orden de llegada, como una forma de respeto al que llegó antes que uno
mismo. Cierta vez que di un curso a un gran número de personas en un auditorio,
al término del mismo tenía que entregar constancias de asistencia a cada uno,
organicé a las personas que me acompañaban para que en cuatro sitios recibieran
a una fila de personas de acuerdo a sus apellidos de la A a la G, de la H a la
L, de la M a la T y de la U a la Z, prácticamente se repartían equitativamente
entre las filas. Así el asistente al curso llegaba y decía su apellido, se
buscaba su constancia y se le entregaba, no podía ser más ágil. Pero resulta
que en una de las filas, una de las personas que me apoyaba, caminó hacia la
fila, decía el apellido y le entregaba en mano la constancia, más tardé en
decirle que no pusiera el desorden, que ella en terminar de entregar las
constancias, mientras las otras tres filas, continuaban en su ordenada
lentitud. Romper ese paradigma, le permitió eficientar el proceso, obteniendo
los mismos resultados, sin riesgo alguno.
Y esto es lo que se busca al romper paradigmas, obtener los
mismos o mejores resultados, sin correr riesgos innecesarios.
Algunas veces, las personas creen que ser creativo, romper
paradigmas y encontrar alternativas al trabajo rutinario tiene que ver con
romper las reglas, esto no es así, la línea entre la creatividad y delincuencia
sería tan fina que se podría confundir, en todo caso, lo que se busca es no
atarse a reglas no escritas, ataduras autoinventadas o generalizaciones,
fronteras imaginarias. Recuerdo una imagen que se volvió viral en redes
sociales mostraba de forma patética esto: un caballo atado a una silla de
plástico, no había manera de que lo detuviera, pero la percepción del animal
era que estaba atado a algo sólido y como aprendió que eso lo inmovilizaba, no
podía despegarse más de ese condicionamiento, afortunadamente hay una brecha
que nos separa de los caballos porque no quiero pensar lo que hubiera sido de
la historia de la humanidad, si los caballos tuvieran la capacidad y voluntad
de romper paradigmas.
Romper paradigmas y moral, la salida fácil del corrupto, es
llamar “moral a un árbol que da
moras” y negar la existencia del juicio entre el bien y el mal, la conciencia
del bien común y el respeto a los demás, su pensamiento, creencias y conductas.
Romper paradigmas no es pasar sobre los demás, no es legítimo obtener un
derecho o beneficio arrebatándoselo a un semejante, tiene que ver más con la
intención de abrir un camino por el que otros han de transitar. Sucedió una vez
que regresaba yo a media noche por carretera a la ciudad que para llegar a
pagar la caseta de peaje había una fila de varias decenas de camiones de carga
y se alcanzaba que de un solo carril estaba dando el servicio de los dos
existentes, en lugar de hacer fila, conduje hasta el carril que estaba cerrado,
con el fin de preguntar la razón de que no estaba operando, pensé que si lo
pensaban abrir en una media hora, sería lo mismo que haberme formado detrás de
todos aquellos vehículos, cuando llegué al carril, pregunté cuánto tiempo
faltaba para que iniciara el servicio, y la encargada, guardando los
recipientes de su “almuerzo”, recibió la instrucción de alguien más que le
reiteró que ya tenía que abrir, en cuanto pagué y pasé la caseta de cobro, la
fila se reacomodó y detrás de mí empezó a fluir la fila que estaba detenida. Así
lo que pudiera haber parecido un abuso de quien se salta la fila, al fin de
cuentas sirvió para agilizar el paso de lo que no se atrevieron a preguntar.
Trabajar en el gobierno y hablar de romper paradigmas puede
ser visto como profesar una religión y no seguir sus dogmas. Los procesos burocráticos,
la división del trabajo y los manuales específicos a seguir tienen en la
mayoría de los casos mucho sentido, pongo un par de ejemplos:
Atraparon a sobrecargos de una línea aérea de México cuando
llevaban dos maletas llenas de cocaína a España, al seguir su camino, se
encontró que el punto donde los trabajadores se convierten en delincuentes, fue
en la revisión de equipaje en su ingreso a la sala de espera, el manual de los
guardias de seguridad dice que deben pasar TODOS los equipajes de mano por el túnel
de rayos X y revisarlos, al ser personas conocidas y favorecidas para evitar retrasos
de vuelos, se les eximió (fuera del manual) de hacerles revisión. (9 de
diciembre de 2010, http://www.eluniversal.com.mx/notas/729143.html)
Accidente del Metrobús, deja un número considerable de
heridos, la investigación arrojó que el conductor, de acuerdo al manual y a la
instrucción recibida, tratándose de un vehículo automático, se debe poner la
palanca de velocidad en P (park) antes de abrir las puertas y permitir entrada
y salida de pasajeros, a este conductor le pareció fácil, frenar y no cambiar
la palanca de velocidades dejándola en D (drive), considerando la potencia de
arranque del metrobús para movilizar hasta 200 pasajeros, el menor descuido,
hizo que se moviera con las puertas abiertas y con los pasajeros a la mitad de
camino, ahí todos los heridos. Más que
un cambio de paradigma, se trata de faltas o desprecio a instrucciones vitales.
(18 de abril de 2011, http://www.jornada.unam.mx/2011/04/18/capital/031n1cap
)
El accidente en el tren de Santiago de Compostela en España,
cuyo manual dice que en las curvas el tren debe ir a menos de 80 kms. por hora
y se encuentra después que el conductor estaba inclusive tuiteando o
presumiendo por radio que en la curva superaba su récord anterior y ahora la
cruzaba a 190 kms. por hora, fue un criminal desdén a las reglas. (julio del 2013, http://www.elmundo.es/elmundo/2013/07/25/espana/1374740051.html).
Sirvan estos tres trágicos ejemplos para ilustrar los
peligros de romper paradigmas sin detenerse a pensar en el bien común.
¿Entonces desde la administración pública, cómo pueden
romperse paradigmas?
En primer lugar, perdiendo amigos, que por cierto no es lo
mismo que ganar enemigos, saber que en cada punto del proceso se encuentran
intereses más que creados, enquistados y entendiendo que el solo anuncio de
cambios genera exacerbadas resistencias, llevarlo a cabo o materializarlo
materializa también improperios y amenazas. Romper paradigmas se puede llevar a
un nivel menor y saber que los cambios terminarán de implantarse en el mediano
y hasta lago plazo. Haber estado en un área de innovación y de informática,
(después llamada Tecnologías de la Información), me permitió tener
experiencias, exitosas algunas y otras no tanto de cambios paradigmáticos y va
brevemente una descripción de un ejemplo de cada una.
En segundo lugar, hay que entender que los caminos para el
cambio, existen y habrá que ponerse a estudiar manuales de organización, de
funcionamiento y especialmente el portal por el que se debe cruzar, casi como
orificio de aguja que es la “mejora regulatoria”, llámese como se llame, habrá
que estudiar sus reglas y requisitos para someter a reducción de trámites los
diferentes procesos. Como dice un estimado Ingeniero, asíduo lector de este
blog por cierto, “la burocracia, avanza, es noble, lento pero avanza” (Mekler,
2006).
Ejemplo
Se tenía una problemática, hace muchos años en un almacén de
materiales y herramientas, sobre la merma y falta de control de entrantes y
salientes, el almacenista contaba con un pequeño archivero con tarjetitas en el
que registraba los tornillos y desarmadores que entregaba y sumaba los que eran
entregados, lo llamaba el kárdex y era como su libretita infantil de ahorros,
con su puño y letra anotaba y estaba lleno de corrector blanco por todas las
veces que lo tenía que corregir. Se hizo levantamiento de información, se
capturó todo el inventario, es decir, ya se sabía exactamente cada uno de los
artículos que dentro del almacén tendrían movimiento, el sistema era muy
sencillo, un manejador de base de datos con posibilidad de emitir reportes
diarios, semanales, mensuales, etcétera. Cuando le presentaba yo la versión
beta, veía reducir su entusiasmo, siempre había apostado a que su kárdex era
insustituible. Finalmente aceptó el sistema, se instaló su terminal, se le
entregó un efectivo manual del usuario y lo tuvo a prueba las dos primeras
semanas, luego de ir funcionando sin errores, me llamó para preguntarme, cómo
se haría el corte de año, es decir, donde se reinicia la historia de
movimientos y los saldos se convierten en lo existente. Le mostré en el menú la
opción, corte anual, la probamos y no le gustó. Me dijo que no aceptaría un
corte anual de un teclazo porque tradicionalmente el corte anual se hace
cerrando quince días el almacén y le pagan horas extras a todos sus muchachos
por quedarse a contar todas las existencias, que mi sistema no era conveniente.
Pocos años después el almacén desapareció y lo único que perduró algunos años
más fue el kárdex histórico con sus plastas de corrector en los renglones.
Ejemplo menos deprimente:
En el área de obra pública es complicado implantar cambios,
especialmente si nacen como apoyo a la transparencia en el uso de los recursos
públicos, sin embargo, luego de varios intentos, mi área logró implementar un
sistema que basado en internet, (ya no en redes locales que nadie revisa),
muestra al público en general una ficha de los datos principales de los
trabajos de obra: dónde se realiza, qué empresa ganó la licitación, qué monto
implica, a quienes beneficia, cuándo inicia, cuándo termina y cómo se comporta
su avance, incluye una foto acorde a los avances reportados y una gráfica de
cómo avanzan por un lado los trabajos y por el otro el pago realizado. Transparentar
uno de los procesos que más normados se encuentran y que más sospechas levantan
ha sido una lucha interna de casi seis años, cada ciclo por cierto, se escuchan
voces como la del almacenista aquél pidiendo que deje de operar, pero como dije
también antes, debe conocerse el camino normativo y de mejora regulatoria para
robustecer los alfileres que lo sostienen. Ha significado, hacerle cientos de
cambios a las nuevas versiones del software, llevar casi de la mano a los
encargados de subir la información, dar incontables sesiones de capacitación y
entregar manuales de operación casi como volantes masivos, resolver dudas y más
dudas y atender a reducción de alcances cíclicamente, ser el villano dentro del
área porque parece que quiero hacer que los encargados de la captura trabajen
de más o exhibir las rutas críticas que toman los proyectos constructivos. A pesar
de todo, el sistema tan adelgazado y modificado se ha mantenido en línea más de
un lustro, (tres administraciones gubernamentales), se le ha dado cierta
difusión, se ha colgado de la página principal institucional, se ha reconocido
su utilidad, funciona como base para algunos tableros automatizados de
información. En fin, casi siete años le han servido para sensibilizar sobre su
uso y ventajas ante una sociedad que cada vez cuestiona más, solicita cuentas
claras y exige información casi en tiempo real. Se termina este año con la
petición de un organismo directivo de hacerlo extensivo a nivel nacional, así
que superado el paso del tiempo, da un paso a su uso más extendido, el
paradigma que se rompió es que era aceptado por todos que nunca un reporte de
obra era certero, quienes llevan los trabajos de construcción llevan unas
cifras, quienes tramitan los pagos, llevan otras y al encontrar diferencias
entre una y otra área, se justificaba que la obra cambia en periodos muy
cortos, así que no era posible tener una visión única. Durante seis años ya se
demostró que sí, y ahora se va a nivel nacional (http://obras.issste.gob.mx/cosodi/).
No son inmediatos, pero en la administración pública, si es posible cambiar
paradigmas.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario