Ante el menosprecio por el pasado
y por el futuro, se ha vuelto una moda concentrarse en el presente, vivir el
momento, ubicarse en el aquí y ahora. Y me conmueve, me da pena, el pensamiento
de inmediatez, inclusive la falta de fantasía sobre viajar en el tiempo. Si
cada momento del presente, nos hemos esmerado en hacerlo habitable, cómodo,
emocionante, ¿por qué no regresar a él en momentos de vacío?, ¿En qué se
convierte el ser humano si su existencia se limita a exaltar el momento
presente y olvidarse del pasado?, ¿dónde está nuestra riqueza si sólo importa
el presente caduco?. He escuchado hasta
el cansancio, el meme o post (publicación) reduccionista y silvestre que a alguien se le ocurrió: “Depresión
es exceso de pasado y Ansiedad es exceso de futuro”. ¿Todo tiempo pasado nos
tiene que deprimir?, mirar nuestra historia debe ser acaso siempre algo
doloroso?. Si ese pasado que nos duele una vez fue el presente ¿quiere decir que
nuestro presente es doloroso?. Yo no lo creo así, cada momento vivido, ha
exigido esfuerzo, trabajo y gusto por experimentarlo. No quiero que se vaya de
las manos como agua o arena. Hay en mi pasado, nuestro pasado, verdaderas joyas
que no deberían perderse de vista, que re-visitarlas no significa depresión. Yo
los llamo oasis en el desierto del tiempo, son “lugares” a los que me gusta
regresar, algo así como habitaciones en una gran mansión que es la historia personal,
habitaciones que al abrirlas hay un episodio soleado de arena, mar y daiquirís.
Otra, tiene frío, montaña y chocolate caliente. Alguna habitación menos pública
sólo es una carpa, formada por un episodio bajo sábanas. Otra habitación tiene
la muchedumbre y los aplausos, alguna el aislamiento voluntario y el silencio
para la meditación. Existe también la habitación que es un viaje al interior,
no una escenografía, sino un estado de ánimo con colores, temperatura, aromas y
hasta sabores, esta es aún más personal y privada. No faltan las habitaciones
graffiteadas, esas que en sus paredes está un diálogo o unas palabras que me
cambiaron para siempre, que fueron guía en una encrucijada. Y está la
habitación blanca, sin esquinas, sin aristas, como un lienzo sin teñir, esta es
la habitación más frecuentada, sin más estímulos que un pequeño portal hacia el
presente, es como la habitación del desapego, la aduana de apegos pasados, una
vez cruzándola, no hay objetos, sensaciones estados de ánimo ni penas o glorias
que se permita extraer, una sola señalización y dice “al presente”. Entonces es
posible regresar, sin cargas innecesarias al momento actual.
Imagen tomada de http://loffit.abc.es/viajar/hoteles/the-serai-un-oasis-en-el-desierto-de-rajastan-217575/
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