jueves, 10 de marzo de 2016

Paradoja del Internet Empresarial/Institucional libre


Un día el internet, además de ser herramienta de trabajo, se convirtió en fuente de entretenimiento y ciber-convivencia social. Se ha abaratado su costo, pero ha aumentado su consumo.

¿Qué hacer con el uso de internet con los trabajadores de una empresa o institución?
Me ha tocado utilizar el servicio de internet en diversos escenarios, en Institución educativa, en organismo gremial, en empresas, en el hogar, en sitios de acceso libre, hoteles, aeropuertos, cafeterías y en trayectos en movimiento, en Macro computadoras, en terminales tontas, en computadoras de escritorio, en dispositivos móviles como los asistentes digitales personales (PDA o palm), en Laptops, tabletas, teléfonos inteligentes y televisiones con acceso, cada vez en muchos dispositivos más, como refrigeradores y porteros automáticos. Accesos alámbricos e inalámbricos, en fin. Lo considero herramienta útil y ventana al entretenimiento también.




El lugar donde más se utiliza el internet es el trabajo, y lo he usado desde correo electrónico de texto plano, en los años 90 del siglo pasado, así como para aplicaciones multimedia, y luego sistemas para captura e informes que están disponibles las 24 horas desde cualquier lugar del mundo.

A la par de aplicaciones de trabajo, la evolución del correo electrónico, a los sistemas de mensajería en línea o en tiempo real, como en los viejos años el ICQ (I seek you), Salones de chat, el Messenger de MSN, los de Yahoo y Google, entre otros menos populares, empezaron a consumir tiempo de trabajo. En un principio también derroche de recursos, pues el internet tenía costo, mi primer cajita de internet fui a comprarla a Sanborns y era servicio de DataNet, una cajita azul que contenía un diskette y un instructivo, previa instalación de un módem y conectado a una línea telefónica, me permitía conexiones de hasta 37 bps, (baudios por segundo) hoy un paquete de acceso a internet lento, da por lo menos 10 GB (10 millones de baudios por segundo). En otro momento teníamos contratado un servicio de acceso a internet con Infosel, que siendo su especialidad la venta de bases de datos, tuvo la ocurrencia de ofrecer acceso a internet, además del pago mensual, nos llegaban sobre costos por haber usado minutos de más en el paquete contratado, así que usar internet en esos planes, era como un teléfono celular en plan de prepago, si alargas la conversación se te podía cortar por falta de saldo. Tiempo después la única compañía de telefonía, ofrecía el servicio de acceso, cuya calidad ni era prodigiosa ni infinita, pero era lo que había y pagábamos por cuentas de Prodigy e infinitum. Así colocamos a nuestro hombre más rico del mundo en las listas de Forbes.

Hoy lo común es tener internet de banda ancha y acceso ilimitado, ya podemos dejar conectada la Tablet, el Smartphone, la laptop, la televisión, las cámaras de vigilancia y demás dispositivos, el costo afortunadamente no se cobra por cantidad de bits y bytes. Pero finalmente se paga. Y las aplicaciones no son de texto plano como el correo básico de los años 90’s, sino multimedia y video de alta calidad, ya sin utilizar la línea telefónica, ni siquiera el cobre del cableado, sino la infraestructura de fibra óptica. La preocupación de las empresas e instituciones ya no es por el costo del uso para entretenimiento del internet, sino por la distracción que representa para sus trabajadores y empleados.

Esta paradoja, se da porque hoy que contamos con una herramienta poderosísima, se tiene que cuidar su utilización.  Y yo veo dos formas de afrontarlo: una basada en el control y la segunda basada en la educación.

Administración del internet por control

Actualmente me toca vivir una política que intenta controlar el uso de internet, la Institución tiene mediante carísimo contrato a una empresa que aporta el acceso a internet y que ofrece gestionarlo para su mejor uso. La política de control es que se limita el acceso a aplicaciones que puedan parecer de esparcimiento o diversión, con medidas coercitivas y con amenazas de monitoreo. Mediante el bloqueo de las principales páginas de redes sociales, streaming, compras en línea y de juegos.
Una política así genera cierta irritación, manda el mensaje de inmadurez al trabajador y lo reta a buscar opciones, una de ellas el (filter avoiding) programas que esquivan el filtro institucional y que aparentan dar un servicio abierto de internet, pero también abren las puertas que el filtro quería cerrar a software malicioso, virus, robo de identidad, hackeo y crackeo de sistemas. Otra opción es llevar a la oficina equipos personales con software instalado o con acceso inalámbrico que al combinarse con los equipos de uso institucional, echan abajo las políticas de buen uso de la red.
Basados en la desconfianza al trabajador, se busca encasillarlo a usar cada vez menos aplicaciones y a reducir la megaestructura de servicios informáticos a un correo electrónico de texto plano como el descrito para los años 90’s.
Intentar bloquear las aplicaciones de compras y entretenimiento, es tan inocente como creer que la industria de venta de contenidos nunca evoluciona, prácticamente diario existen nuevas aplicaciones que cambian de dirección electrónica de IP o de puertos por los que se comunica. Así que la página bloqueada un día, puede estar disponible al día siguiente, en una interminable persecución de gato y ratón. Frecuentemente al intentar bloquear el acceso a componentes de páginas prohibidas, se bloquean elementos de aplicaciones necesarias y el trabajado se queda con una herramienta limitada.
Surgen otro tipo de incongruencias, como que la Institución tiene cuenta y manda mensajes por las principales redes sociales, pero como tiene el acceso limitado, no pueden leerse. La empresa que ofrece el servicio de acceso a internet debe estar gozando las enormes ganancias, por el juego de bloquear, desbloquear, limitar ancho de banda, cobrar por mayor consumo con software que triangula la información y por los informes que genera por el monitoreo del uso de internet.
Casualmente no ha implementado acciones como desconectar después de 10 minutos un equipo que sólo está en redes sociales, o enviar mensaje a la pantalla cuando el video o audio que se está descargando no es de uso institucional. O generar un reporte a recursos humanos, sobre cierto trabajador cuyo equipo se ha utilizado sólo para entretenimiento, que disculpen los “godinez”, pero si no tienen otra cosa qué hacer, que sean reubicados o capacitados para otras tareas (el contexto es una institución de alcance nacional).

Administración del internet mediante la educación

La novedad que causa un acceso libre a internet, decrece en poco tiempo. Pero si al trabajador se le responsabiliza del uso que le dará, teniendo como recompensa el uso ilimitado de la herramienta, se puede llegar a un uso adecuado, moderado y efectivo del internet.

Hace cerca de 15 años así se me entregó una responsiva del uso de internet, sólo decía, que no estaba permitido su uso para pornografía, terrorismo o entretenimiento, que la institución se deslindaba del uso y que yo era el responsable de su uso. Y aunque no estaba la tentación de Youtube, Facebook, Twitter ni similares, uno se dedicaba a trabajar y si había que consultar un video sobre cómo instalar un programa, desarmar un equipo o un leccionario sobre la nueva ley, el internet lo permitía sin problemas. Si entre esos videos de capacitación o de couching, se colaba alguno de música o comedia, no pasaba a mayores, simplemente no era significativo su uso, se sentía el compromiso de cerrarlo y ya. Educar en el uso de las nuevas tecnologías, tampoco es lo opuesto a monitorear o retroalimentar sobre el uso que se hace del servicio. De forma similar, nuestros teléfonos no tenían un candado para usar larga distancia, anotábamos en una pequeña bitácora las llamadas que se hacían y que tenían que ver con el trabajo, cuando llegaban a aparecer llamadas distintas y nadie se responsabilizaba, nos dividíamos el costo y cooperábamos en partes iguales, no era un ambiente de desconfianza, sino de reparar la omisión de registrar la llamada por alguno de nosotros. Todos estábamos enterados de la llamada y el costo, así que no había necesidad de estar haciendo mal uso de las llamadas de larga distancia.
Al contar con un sistema de monitoreo, se puede fácilmente identificar el equipo y la aplicación que tuvo un tráfico inusual de datos, así que se le comunica al trabajador.
Estoy seguro de que una cultura de respeto, se puede conformar sin medidas coercitivas ni irritación del personal, entendiendo que cada vez más tendrá que hacer operaciones bancarías y compras on line, en lugar de abandonar por horas la oficina.

Las organizaciones también maduran y se adaptan a las nuevas tecnologías, aunque el costo sea un periodo de aprendizaje y adaptación.

No hay comentarios.:

Publicar un comentario